Criptomonedas y desconfianza en la política económica

“Bitcoin produce libertad, la capacidad de tener un mundo mejor, más unido y universal, con formas de pago que no dependen de lo que decidan cuatro gatos”, se lee en Criptoprofe (academia online de trading). El viraje hacia las cripto en Argentina puede analizarse como expresión de ese malestar económico e institucional que explica, para la mayoría de los análisis, los resultados electorales de las PASO. ¿Qué son los bitcoins y qué son los bienes digitales NFT que Milei usó para financiar su campaña? ¿Cuál es el rol del sistema financiero? ¿Cómo leer la relación entre la situación económica de las juventudes y el crecimiento del mundo cripto?

*Por: Rocío Alcántara, investigadora del CIEPYC y maestranda en Políticas de Desarrollo UNLP (Lic. en Comunicación Social).
*Ilustración: Caro Zuch para Alta Trama.

Los resultados de las PASO mostraron una notoria disminución en los votos para el Frente de Todos, que sumado al mantenimiento relativo de votos de la principal fuerza opositora Juntos por el Cambio respecto de las elecciones de 2019, produjo una severa derrota para el oficialismo. Ahora bien, ¿se puede hablar con esto de un giro a la derecha de la sociedad? ¿Cómo entendemos el apoyo al “anarcocapitalista” Javier Milei en un país que durante el peronismo alcanzó el pleno empleo a partir del fomento y la complejización del aparato productivo con el accionar estatal?

Se puede proponer una coincidencia en las lecturas críticas del caso, por lo menos en el discurso social mediático y político, que se centra en el malestar generalizado por la situación económica, en especial de sectores de lo que podríamos llamar la clase media argentina.

La demanda es la recomposición salarial real y del empleo, teniendo en cuenta la abismal destrucción de empleo privado, la caída del salario real y de la actividad productiva durante la gestión de Juntos por el Cambio y luego con la pandemia, la situación es preocupante.

Entonces, para un Estado que en 2018 fue llevado a una nueva crisis de endeudamiento mediante políticas que fomentaron preeminencia de capitales especulativos por sobre lo productivo y la regresividad en la distribución del ingreso (lo cual limita hoy la acción estatal), los grandes desafíos se basan en recomponer los ingresos principalmente vía salarios y jubilaciones, bajar la inflación, aumentar el producto y generar empleo formal. 

Esto presenta complicaciones tanto coyunturales como estructurales para la economía, pero también representa una disputa en lo político y lo cultural por la construcción del sentido acerca del proyecto de gobierno que se necesita para superar la crisis con inclusión social.


Se provocan las crisis de representatividad, momentos en que la sociedad angustiada, con necesidades básicas insatisfechas, con cada vez mayores necesidades, sienten que quienes los representan están en otra cosa y no en defenderlos o representar sus intereses. Terminan sucediendo cuestiones que no benefician a nadie”, Cristina Fernández Kirchner.


Más allá de los análisis sociológicos y comunicacionales sobre este fenómeno en América Latina, la idea de una crisis de representatividad política que se provoca y cuya manifestación más evidente se da con los resultados y la participación electoral de la población, es interesante para articular con el análisis sobre las condiciones de emergencia de la política económica. En particular, a quién convoca o representa el discurso económico actual.

En este sentido, en el discurso informativo y académico interactúan y se intensifican varias perspectivas y discusiones acerca del rol del Estado, de la profundidad de las desigualdades sociales, de la orientación que debería tomar el esquema productivo nacional, entre otras, pero históricamente existen grandes ausentes, en especial en los países subdesarrollados: las demandas sociales de los grupos con mayor exclusión, como las mujeres y las identidades LGBTTQI+, los pueblos originarios o la juventud, cuyos malestares se reflejan por ejemplo en los indicadores económicos desfavorables para estos sectores, como lo son el desempleo o la informalidad laboral. 

Política, libertad y desconfianza al sistema bancario tradicional

David Harvey explica en “Breve Historia del Neoliberalismo” al pensamiento neoliberal a partir de su presentación como un “aparato conceptual» cuyos fundadores «tomaron el ideal político de la dignidad y de la libertad individual como pilar fundamental. En su opinión, estos valores se ven amenazados por todas las formas de intervención estatal (…) es decir, la libertades individuales se garantizan mediante la libertad de mercado y de comercio” (2014). 

Aunque, en la práctica los Estados más poderosos utilizaron estos ideales para imponer sus intereses en países más pobres y se han cristalizado en las recomendaciones de los organismos internacionales.

La libertad se vuelve a una palabra tan utilizada por proyectos políticos que, paradójicamente -o no tanto-, sirven a intereses exógenos y construyen o fortalecen condicionantes para el desarrollo, como concentrar la riqueza, aumentar la pobreza, la primarización de la economía y el endeudamiento externo, en la historia argentina reciente encontramos en la  dictadura de 1976, en el menemismo y durante la gestión de Cambiemos. 

La idea de libertad ha tomado fuerza también dentro del mundo de la especulación con los llamados criptoactivos, donde la sensación de un sistema paralelo, anclado en la tecnología y no en instituciones regulatorias locales, como el Banco Central, o internacionales como la FED, el Banco Mundial o el propio FMI, cada vez adquiere más adhesión.

Esto no está alejado, por supuesto, de una dimensión ideológica de la política. Varios representantes argentinos e hispanos del mundo cripto, como el equipo de Trader.ex, Criptoporfe, JovenInversor, Inverar, entre otros, coinciden en la desconfianza que les genera dejar su dinero en manos del sistema bancario tradicional y las lógicas del sistema financiero internacional. En especial su descreimiento por la gran desigualdad social, la pobreza que el sistema global no resuelve, el abandono del patrón oro en 1971 por parte de Estados Unidos -mediante lo cual el dólar dejó de estar respaldado por reservas en oro-, las crisis bancarias, como el corralito argentino y los rescates de los Estados a los bancos en las mismas.

La lógica está relacionada también con la búsqueda de independencia de lo que se ve como limitaciones dentro de los mercados tradicionales: los algoritmos no se corrompen, no se cansan, no cierran en un horario determinado… Así, muchos jóvenes en América Latina se especializan en trading y criptomonedas.  La razón es mejorar sus ingresos a partir de estudiar economía de mercado desde su matriz más alejada de la realidad social: el movimiento de los precios, la especulación con respecto a la oferta y demanda.


“Bitcoin produce libertad, la capacidad de tener un mundo mejor, más unido y universal, con formas de pago que no dependen de lo que decidan cuatro gatos” – Criptoprofe (Academia online de trading con más de 100 mil seguidores en Instagram).


La pandemia profundizó esta crisis, los cuestionamientos a los oficialismos del mundo se incrementaron, al igual que la incertidumbre, a la vez que la participación de agentes en los criptoactivos y el volumen de dinero circulante en el área aumentó considerablemente.

Pero, ¿qué es Bitcoin?

Bitcoin es una criptomoneda. Una criptomoneda funciona como una “divisa” digital, es un activo intangible que se intercambia a partir de ciertos códigos o lenguaje, de ahí deviene su nombre asociado a la criptografía. En la actualidad hay más de 4 mil criptomonedas, que funcionan a partir de una tecnología llamada blockchain (cadena de bloques), que se parece a un gran libro contable donde se registran todas las transacciones en criptomonedas a partir de un seudónimo que representa la dirección de wallet (o billetera virtual) de los usuarios. Es decir, las transacciones son públicas, pero los usuarios que las realizan son anónimos.

A su vez, las criptomonedas no están reguladas o sostenidas por ninguna autoridad institucional o banco central, a la fecha no son bienes que se pueden confiscar. Incluso, la mayoría de los bancos no las reconocen como un activo, aunque sí pueden gravar los ingresos que se generan al convertirlas en monedas de curso legal, dinero fiduciario. La operatoria de pagos y cobros se realiza principalmente a partir de plataformas no asociadas al sistema bancario, pero que funcionan como “bancos de criptomonedas”, llamadas exchange, como Binance y Ripio, que se encargan principalmente de unir a quienes quieren vender una cripto con quienes desean comprarla y viceversa, aunque también funcionan como lugares de reserva.

En la actualidad, existen más de 4.000 criptomonedas, que se diferencian por el proyecto que representan y la tecnología que utilizan, que generalmente se encuentra detallado en un documento (White paper) que presenta la empresa o el grupo de desarrolladores para recaudar dinero. También, existen monedas sin un objetivo específico o proyecto detrás. 

Bitcoin es la primera criptomoneda conocida, la que posee el precio más alto y también es la que tiene más capitalización en el mercado, ya que mueve a la fecha aproximadamente $820 mil millones de dólares, seguida por Ethereum, cuya oferta tiene un valor de mercado que a la fecha ronda los $360 mil millones de dólares. Su creador es Satoshi Nakamoto, quien firma el White Paper que presenta el código de software que da origen a la cadena de bloques, la principal red de Bitcoin, que comenzó a funcionar en enero de 2009. 

Básicamente, se crean mediante un proceso que se llama minado, donde cualquier persona o grupo que cuente con el capital necesario, instala un sistema computacional que debe descifrar algoritmos y operaciones matemáticas y cuya recompensa se da en bitcoins, de todos modos, la oferta es limitada, se supone que solo se pueden crear 21 millones, de las cuales a la fecha fueron creadas 18.824.125.

La identidad de la persona o grupo de personas que adoptó el seudónimo de Satoshi Nakamoto es un misterio, el objetivo de la lista criptográfica que comenzó a desarrollar en 2008 está asociado a la gran crisis internacional, desatada por la burbuja especulativa de las hipotecas inmobiliarias. 

Bitcoin se habría pensado como alternativa al sistema monetario tradicional, aunque luego en la práctica sirvió de medio de cambio para los mercados ilegales. Pues, como se imaginarán, el anonimato de la red también funciona para lavar activos y financiar cualquier cosa, al eliminar los intermediarios institucionales y legales.

Incluso, Javier Milei, quien se suma abiertamente a la gramática de las criptomonedas y las defiende como un sistema superador asociado a la supuesta falta de necesidad del Estado, paradójicamente creó su propio NFT* para financiar su campaña política en las PASO: una secuencia animada donde se lo ve en un billete de mil pesos quemando el Banco Central.

Los llamados *NFT, cuya traducción es Token No Fungible, están compuestos por algo parecido a bienes digitales, son irrepetibles por estar identificados con un código único (Token) y son muy populares en el mundo de los videojuegos y los deportes que utilizan criptomonedas. 

Según consultoras como Bloomberg y Chainalysis, Argentina y Venezuela son los países de la región donde las personas realizan más transacciones en criptomonedas, una de las variables explicativas puede ser la alta inflación y la volatilidad del tipo de cambio. Asimismo, Bloomberg realizó un ranking mundial que mide el volumen de comercio en Bitcoin, donde Argentina se encuentra en el puesto 13°.

El desvío a la especulación

Más allá del instrumento en sí y sus usos, el problema aquí planteado parte de entender el viraje hacia las cripto como expresión de malestar y resguardo frente a la organización económica y social, pero también como camino para la realización de los proyectos de la juventud contra un mercado laboral que no lxs incluye, con un sistema que no lxs convoca, que no les da crédito, que nos lxs ve como sujetxs de derechos económicos, ni soluciones.

Una lectura recurrente de lxs jóvenes influencers del mundo cripto es, justamente, la desconfianza hacia los gobiernos y los bancos, y la inconformidad con el esquema laboral, a partir de preguntarse acerca de la cantidad de tiempo que es necesario trabajar para comprar una casa o de las dificultades de acceder a un alquiler. 

En este sentido, el problema para nuestro país parte también de que el sistema financiero se alejó de su objetivo principal, que es brindar crédito al sector productivo, motorizar la economía, ser un instrumento de la sociedad para el consumo y para el desarrollo de sus actividades, y se acercó con fuerza a la especulación a partir de la desregulación que comenzó con la gestión de 2016.

Lejos de las categorías de “enfermedad mental” y “pareja estable”, la posibilidad de proyectar y la confianza en que existe, al menos, un entorno dado por políticas públicas y un aparato estatal y productivo que posibiliten esa concreción de objetivos, es un tema de salud mental para la población, en especial para la juventud. No alcanza el auto convencimiento o la invitación meritocrática cuando, por ejemplo, la tasa de interés es imposible y los créditos de vivienda no están pensados para vos.

Sumados a los problemas que enfrenta la juventud que se han mencionado en este medio, un tema relevante es el conflicto para acceder a una vivienda particular. El mercado inmobiliario está, como sabemos, hace años subido a la ola de la especulación. Lo llamativo es la aceptación social de que poseer propiedades extra para alquilar es una fuente genuina de generar una renta o como forma de preservar el capital de la clase media frente a la inflación. Lo cual dificulta  más el panorama del acceso universal a una vivienda digna. 

¿Y entonces cómo hacemos?

El desarrollo, entendido desde la perspectiva de la Escuela Estructuralista Latinoamericana, reconoce la existencia de diversas estructuras económicas y una división internacional entre países del Centro desarrollado y los que pertenecen a la Periferia. Esto marca, para el segundo grupo de países, una trayectoria de acumulación de la riqueza condicionada por la reproducción y profundización de un perfil productivo primario (heterogéneo también en su estructura productiva) y por la necesidad de importar bienes de capital, intermedios y otros bienes industriales de los países Centrales. 

Siguiendo esta matriz de pensamiento, el Estado debe orientar su acción a motorizar la industrialización y a poner en prácticas reglas que defiendan los intereses nacionales frente a la extranjerización de la economía.

No obstante, Gerardo De Santis, economista y director del Centro de Investigación en Economía Política y Comunicación, describió que con un Estado quebrado desde 2018 “necesitamos un keynesianismo al revés”.  A lo que agrega la importancia de desarrollar estrategias para que los dólares que hoy componen atesoramiento o formación de activos externos del sector privado, cumplan una función en la economía, insertos como gasto en dólares en algún bien o servicio que lxs argentinxs demanden pesos para hacer algo, como construcción de viviendas, repercuta positivamente en la actividad económica.

Frente a las lógicas deshumanizantes, a la especulación y a la desolación, necesitamos un Estado que acompañe y fortalezca al sector privado y a las pequeñas y medianas empresas que generan la mayor parte del empleo formal; también que inserte a la juventud en empleo de calidad y a lxs profesionales y científicxs en la investigación y en el sistema científico tecnológico, para complejizar la industria nacional y diversificar las exportaciones, lo que debería cristalizarse en el modelo de desarrollo.

Quizás, no es precisamente un tema de girar a la derecha como ideal político, sino de buscar modalidades que den respuesta a los reclamos que generan el malestar con la política económica. Quizás hay que revisar también la gramática con la que se formulan las demandas sociales desde el discurso político progresista. Porque la prensa del neoliberalismo es amplia y su presencia en la enseñanza de las ciencias económicas también. 

Por ello es necesario discutir y comunicar la problemática de la distribución del ingreso, recordar como gobierno las políticas asociadas al bienestar social y también fomentar el crecimiento económico. No es tarea fácil, pero como diría Roberto Arlt: “el futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo”.

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