Rebelde Way: el camino del patriarcado

Netflix reflota después de 16 años la novela Rebelde Way. El combo incluye: altas dosis de “amor” violento y estereotipos de belleza insalubres. ¿Qué novela miramos en nuestra adolescencia? ¿Qué ficción llega a lxs jóvenes de hoy? Lo seguro, no todo tiempo pasado fue mejor.

Ilustración: Flor Sanz para Alta Trama.

En mayo de 2002 la productora de Cris Morena estrenó la novela adolescente Rebelde Way. La tira duró dos años y finalizó con una película. El éxito fue tal que llegó a otros países. Los cuatro personajes principales formaron una banda, Erreway, y recorrieron el país y el mundo. Dieciséis años después de la última emisión, la plataforma Netflix la sumó a su repertorio. 

Somos muchxs lxs que crecimos viendo esta novela ya que fue un hito que marcó nuestra adolescencia. Pero la sociedad de hoy no es la misma que hace años atrás, el movimiento feminista viene pisando fuerte en Argentina y está dispuesto a cuestionarlo y cambiarlo todo. Aquellxs que por curiosidad o nostalgia decidimos volver a ver esta novela nos encontramos con un producto muy distinto al que recordábamos: una historia cargada de estereotipos, prejuicios y mitos patriarcales (también clasistas y antisemitas pero esto llevaría un análisis aparte).

La historia ocurre en el Elite Way School, un colegio pupilo al que asisten lxs hijxs de las familias más importantes y poderosas del país. También existe un grupo de becadxs, que a diferencia de los “hijxs de”, deben demostrar que merecen un lugar allí; de esta manera se produce un “encuentro entre dos mundos”. Los personajes principales son cuatro adolescentes, que casualmente terminan siendo pareja: Mía, Manuel, Marizza y Pablo. Alrededor de ellxs y sus relaciones con amigxs, familiares y con la comunidad educativa, gira la historia.

En esta ficción hay una fuerte presencia de -al menos- dos mitos patriarcales: el de la belleza y el del amor romántico. 

El mito de la belleza

Mía Colucci, interpretada por Luisana Lopilato, es la hija de un poderoso empresario argentino y “la chica más linda del colegio”. Blanca, rubia, flaca, de ojos claros, cisheterosexual, Mía representa el modelo a seguir por muchas de sus compañeras -y también el de muchas espectadoras-. Luisana Lopilato, con solo 15 años, aparece en la novela hipersexualizada, incluso en el primer episodio luego de enojarse con su padre por faltar al acto de fin de año, su personaje decide hacer un strip tease arriba del escenario frente a todxs.

El grupo de amigas de Mía está integrado por dos compañeras, Felicitas “la gorda” y Vico “la rápida” (así las nombran en la novela). Ángeles Balbiani, la actriz que representaba a Felicitas, manifestó en varias ocasiones haber sufrido bullying durante las grabaciones y es que Felicitas era atacada por su peso en cada capítulo: “la gordita”, “ballena”, “elefante”, eran algunas de las formas en las que se referían a ella. Mía, como buena amiga  y mina copada que era, hasta contaba las calorías de lo que ingería para ayudarla a bajar de peso, no olvidemos que más adelante Felicitas sufre de bulimia. Pero la misma Mía hacía lo propio con ella misma, en uno de los primeros capítulos se la ve angustiada por “un rollo”. Ser gorda aparece constantemente como un sinónimo de fealdad.

¿Cómo influyen los estereotipos de belleza en el desarrollo de desórdenes alimenticios? Si bien son varios los factores que pueden llevar a una persona a tener un trastorno de la conducta alimentaria, el bombardeo de cuerpos “perfectos” y las críticas a los cuerpos diversos en la televisión, y ahora también en redes sociales, es un disparador.

¿Qué influencia pudo haber tenido en lxs niñxs y adolescentes que miraron durante dos años, a la hora de la merienda, una novela donde se maltrataba a la chica “gorda”, se presentaba a la delgada como perfecta y hermosa, y se hacía constantemente referencia  a la cantidad de calorías que ingería cada una?

Según un informe de la Fundación La Casita, Argentina es el segundo país a nivel mundial con más casos de anorexia luego de Japón. La Asociación de Lucha contra la Bulimia y Anorexia (ALUBA) informó que estas patologías comienzan cada vez a más temprana edad. “Históricamente las mujeres son afectadas en un 90% de los casos, aunque hemos notado que los casos de los varones han crecido en el último tiempo. También ha disminuido la edad en que comienzan: atendemos niños desde los 3 años”, explica Mabel Bello, fundadora y consultora médica de ALUBA. Asimismo, según un relevamiento de la organización Anybody Argentina, menos del 30% de la población del país está conforme con su cuerpo y más del 62% considera que debería adelgazar.

Si bien todxs podemos padecer un desorden alimenticio, el mayor porcentaje se da en mujeres: nuestros cuerpos son presentados constantemente, en los distintos ámbitos de la vida, como objetos que deben generar deseo en el otro a partir de alcanzar estándares de belleza poco realistas. Tan poco realistas que a muchas se les fue la vida en eso, entre el 8% y el 10% de las personas que padecen desórdenes alimenticios mueren a causa de ellos, según señaló la médica y psiquiatra infanto-juvenil María Estela Caccavo de Estefan.

Pero este bombardeo de cuerpos hegemónicos e ideales de belleza no tiene que ver solo con una cuestión de salud, es también un tema político -sin olvidar que la salud es política-. La escritora Naomi Wolf define en su libro “El mito de la belleza” a la belleza como una herramienta de control social. Ante los derechos y libertades adquiridas gracias al feminismo, el sistema patriarcal crea esta ficción que hace que las mujeres se sientan desvalorizadas y pierdan el control sobre sus cuerpos.

¿Será casualidad que a las feministas se nos tilde de sucias, feas, gordas, incogibles y locas? ¿Qué sería lo opuesto? ¿Las mujeres bellas, flacas, deseables y dóciles? “Una cultura obsesionada con la delgadez femenina no está obsesionada con la belleza de las mujeres. Está obsesionada con la obediencia de éstas. La dieta es el sedante político más potente en la historia de las mujeres”, expresa la autora en su best seller.

El mito del amor romántico

Otra cuestión para analizar de Rebelde Way es la construcción de relaciones sexo-afectivas tóxicas y violentas. En los primeros capítulos Mía y Manuel se cruzan en el pasillo y es “amor a primera vista”, pero Manuel fue al Elite Way School a vengar a su padre y cuando se entera que Mía es la hija de Franco Colucci, el hombre que llevó a su padre al suicidio, su percepción sobre ella cambia y la detesta profundamente.

Avanzados los capítulos lxs chicxs se van de vacaciones a una colonia del colegio, allí Mía y Manuel tienen un momento a solas que lejos de ser amoroso es hiper violento. Él la tira al piso y se pone sobre ella para inmovilizarla, le dice frases como “ahora eres toda mía”, “podría hacerte lo que se me dé la gana, nadie sabe que estamos aquí”, aunque según manifiesta, en sus propias palabras, nunca aplastó una cucaracha y no va a hacerlo ahora. 

Más tarde, su amiga Vico le dice a Mía que tiene que denunciar esta situación con el director del colegio, pero ella no quiere porque “en algo de lo que dijo Manuel tiene razón”. Avanzada la novela Manuel y Mía se enamoran e incluso terminan teniendo una hija (en la película). Las representaciones del amor romántico aparecen constantemente en la novela, y esta idea del te odio-te amo no se ve solo en esta relación, si no también en la de Pablo y Marizza: en los primeros capítulos él amenaza con matarla pero luego terminan siendo novixs. 

El mito del amor romántico que todo lo puede y todo lo perdona aparece con regularidad en las ficciones argentinas, y como hemos visto Rebelde Way no es la excepción.

¿Cuántas veces nos dijeron que los que se pelean se aman? ¿Qué tipos de vínculos sexo-afectivos construimos si de pequeñxs nos muestran que la persona que te maltrata puede ser “el amor de tu vida”? ¿Cuánta violencia podemos aguantar por “amor”? ¿Cuánto podemos esperar a que el otro “cambie”? 

Según un informe de 2019 de la Defensoría del Pueblo bonaerense, 4 de cada 10 personas sufrieron violencia por parte de su pareja, en la gran mayoría mujeres. Los datos son revelados por una encuesta realizada a casi 11 mil personas de entre 14 y 33 años que están en pareja. El 86% que dijo haber sufrido maltrato o agresión física son mujeres y un número similar reconoció que su pareja en alguna ocasión manifestó ganas de golpearla o matarla. 

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¿Cómo se derriban estos dos mitos? La Educación Sexual Integral es una  respuesta. Cuando la novela salió al aire la ley no existía (fue sancionada en 2006), pero es un herramienta que hoy sí tenemos. Si bien en muchos casos no se aplica ni se respeta, el movimiento feminista viene luchando por su plena implementación ya que a diferencia de lo que muchxs piensan no refiere solamente a métodos anticonceptivos y relaciones sexuales, si no también a los vínculos, a la violencia de género, al cuidado del cuerpo, a los estereotipos. 

A su vez, a través de talleres, capacitaciones, redes sociales, arte y medios de comunicación, el feminismo busca desnaturalizar las prácticas machistas y patriarcales, por ello a muchxs nos hizo ruido las representaciones de esta ficción. Pero ¿qué influencia pueden tener las construcciones de Rebelde Way en personas que no se han cuestionado estas prácticas? ¿Qué valores construyen o refuerzan este tipo de ficciones? 

También cabe preguntarse ¿Por qué reflotar Rebelde Way dieciséis años después? ¿Quieren repetir el éxito? ¿Ganar dinero? ¿Reforzar los viejos mitos patriarcales que el movimiento feminista viene cuestionando? Quizá sí, quizá no, nunca está de más estar alerta y analizar los discursos que circulan. 

Lo que está claro es que ese rebelde “way” (camino, en inglés) poco tenía de rebeldía, más bien ostentaba unos privilegios de clase en una argentina que pasaba hambre, y unas opresiones de género en un país donde, como hoy, somos violentadas. Después de 16 años ojalá esta novela sea vista solo en clave crítica, porque el camino de la rebeldía, lo encuentran en sus antípodas.

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