La serie surcoreana, El juego del calamar, se posicionó como la más vista en 90 países a solo 10 días de su estreno. ¿Cuáles son las causas por las que esta metáfora audiovisual de la pobreza, la violencia y el individualismo, genera tanta atracción? ¿Cuáles son los datos que asemejan la ficción y la realidad? En esta nota (libre de spoilers, leela tranquilx), compartimos las reglas para participar en “El juego del calamar”, el modo para acceder y reclutar jugadorxs, y una pista para cambiar el reglamento. ¿Jugamos en el bosque mientras el lobo no está? Vos ya estás invitadx.
*Ilustración: Fiorella Beltrami para Alta Trama.
El juego del calamar, una serie de producción surcoreana, se estrenó en Netflix el 17 de septiembre y diez días después ya se había posicionado en el puesto número 1 en 90 países. El argumento principal de la trama es el siguiente: cientos de personas marginadas aceptan jugar una serie de juegos a cambio de un premio en dinero. El detalle que la hace atractiva es que se tratan de juegos infantiles, clásicos de la infancia, en una versión adulta y violenta donde los perdedores son asesinados a sangre fría.
La serie se destaca no solo por su producción y estética sino por las preguntas que genera al terminar de verla, por el efecto que produce la contraposición de un ambiente inocente con la sangre de los muertos. Pero, ¿acaso no existe una similitud con lo que vivimos cotidianamente? ¿Por qué esta metáfora de la desigualdad atrae tanto a la sociedad? ¿Es el morbo de ver cómo entre pobres se asesinan? ¿o es la sospecha de que todxs podríamos estar jugando en este momento sin darnos cuenta?
Reglas de juego
Para comenzar a jugar necesitas tener estos índices:
En Argentina, según datos del INDEC, la pobreza infantil llegó al 54,3 % y afecta a 5,9 millones de menores de 14 años. Esto quiere decir que más de la mitad de lxs niñxs no tiene las necesidades básicas satisfechas. Mientras que la pobreza total del país llegó al 40,6 % en la primera mitad del año, alcanzando a 18,8 millones de personas en todo el país.
En el mundo, según datos de la Oxfam (Oxford Committee for Famine Relief, o en castellano: Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre) el 1% más rico de la población posee más del doble de la riqueza que 6.900 millones de personas. Casi la mitad de la humanidad vive con menos de 5,50 dólares al día, mientras que en la actualidad los millonarios poseen más riqueza que el 60 % de la población mundial. Son los mismos ricos que evaden hasta el 30 % de sus obligaciones mensuales. Solo cuatro centavos de lo recaudado se obtienen a través de impuestos sobre la riqueza.
En cuanto a la educación, en la actualidad hay 258 millones de niñxs sin escolarizar (unx de cada cinco) y por cada 100 niños que no están escolarizados hay 121 niñas que no tienen garantizado el derecho a la educación.
En salud, todos los días mueren 10.000 personas por no poder pagar la atención médica necesaria. Cada año, cerca de 100 millones son expulsadxs del sistema hacia la pobreza extrema por los gastos médicos que deben afrontar. Esto lleva a una expectativa de vida acotada, una situación que se traduce en un mundo donde los que tienen más dinero viven más.
Cómo acceder al juego
Diferentes personalidades del mundo actual son las encargadas de extender las invitaciones. Entre ellas podemos nombrar a Jeff Bezos (CEO de la compañía Amazon), quien no hace mucho fue desbancado de la cima de los hombres más ricos del mundo por el magnate Elon Musk (otro de los organizadores del juego y Fundador de la compañía Tesla).
Estas personas forman parte de un exclusivo ranking de ricos que se publica todos los años en la revista Forbes, para mostrarle al mundo quiénes son parte de aquel 1 % de la población que vivirá más años. Los 22 hombres más ricos de esta tabla de posiciones tienen más riqueza que todas las mujeres de África juntas. Esto refleja también que la desigualdad es sexista. ¿Sabías que el trabajo de cuidados ejercido por mujeres equivale a 10,8 billones de dólares anuales en la economía mundial?
Fuente: CNN en base a datos de Oxfam.
¿Y si no se consiguen jugadores?
Es muy difícil (casi imposible) que el juego no tenga jugadorxs, pero en caso de que ocurra existen varios métodos para reclutarlxs. Por ejemplo: El pasado 30 de septiembre a las siete de la mañana el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires desalojó a fuerza de topadoras y policía la toma “Fuerza de mujeres”.
Más de 100 familias con las mujeres a la cabeza (80 mujeres y 175 niñxs) habían construido casillas precarias para escapar de la pobreza y la violencia de género. Desde allí reclamaban por un lugar digno donde vivir lejos de los hombres que las habían violentado. Sin embargo, fueron elegidas para jugar a un juego muy popular llamado “La casita robada”.
Me destruye este video. Me hace acordar a Guernica. "Rompieron el único inodoro que teníamos, que nos den una casa si quieren que estemos bien" dice una nena rota en llanto después de ver las topadoras de Larrera destruyendo su casilla en la Villa 31.
Según datos del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), el Instituto de Vivienda de la Ciudad registró en 2019 que la Ciudad de Buenos Aires ya tenía 138.328 viviendas ociosas. Es decir, más del 9,2 % del total de las viviendas, vacías; pero entonces ¿por qué hay miles de personas viviendo en la calle o en asentamientos precarios?
Según datos que surgen de la Dirección General de Estadísticas y Censos, entre los años 2005 y 2018 se construyeron más de 195 mil viviendas, de las cuales más del 50 % son suntuosas y lujosas. Es decir que la solución del problema habitacional y la construcción de viviendas van por caminos separados.
En otras palabras, se construyen casas para quienes ya tienen al menos una, en una ciudad donde más de 300.000 personas viven en villas y asentamientos y más de 7.500 se encuentran en situación de calle. Además, más del 35 % de los hogares alquila su vivienda en condiciones libradas al libre mercado y pagan de alquiler una importante porción de su salario. Las reglas son claras, el juego es simple. Hagan sus apuestas.
¿Se pueden cambiar las reglas del juego?
En el Juego del Calamar existe una condición para cambiar las reglas: votar. Es decir, si la mayoría de lxs jugadorxs se organiza y vota por no jugar el juego se termina antes de empezar, pero cuando cada unx de ellxs está en una situación límite donde no jugar representa lo mismo que jugar, no parece ser de mucha utilidad proponer esto.
Sin embargo, en la serie brilla por su ausencia un jugador que podría haberlo cambiado todo. No es precisamente Dios, aquel ser al que hace unos días el Jefe de Gabinete de Ministros de la Nación, Juan Manzur, acudió en busca de ayuda. Es el Estado el que debe utilizar sus instituciones para presionar a aquellos hombres dueños del juego a que cambien las reglas, abran las alcancías y aporten su “granito de arena”. Es el gobierno con el Estado como herramienta quien debe obligar a estos hombres a que jueguen bajo otras reglas más justas e igualitarias.
En la serie la organización colectiva entre jugadores es quebrada por el interés individual. Solo puede haber un solo ganador y muchos perdedores. El premio no puede repartirse, los dueños del juego (o el creador) apuestan a que el egoísmo del ser humano gane por sobre la solidaridad. En la vida real parecería que las cosas son muy parecidas, sin embargo, todavía hay tiempo de proponer otro juego, el juego de la igualdad.
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