Que arroje la primera piedra quien no siguió el minuto a minuto del WandaGate. Hasta el 2015 el adulterio fue un delito civil en Argentina, y aunque hoy emergen discursos cuestionadores del sistema monogámico, los resabios del amor romántico resurgen con su impronta más funcional a la cultura patriarcal: el disciplinamiento de las mujeres y la invisibilización de las responsabilidades de los varones-hetero-cis en sus vínculos sexo-afectivos. ¿Qué es lo que nos convoca de esta historia? ¿Qué reflexiones pueden hacerse desde una perspectiva feminista?
El escándalo de la separación de Wanda Nara con Mauro Icardi por un histeriqueo que mantuvo vía Telegram con la China Suárez, copó los medios de comunicación y las redes sociales. ¿Por qué tantxs seguimos el minuto a minuto de esta historia? ¿Qué es lo que nos llama la atención? ¿Cómo lo abordaron los medios y qué reflexiones pueden hacerse desde una perspectiva feminista?
“¡Otra familia más que te cargaste por zorra!”, publicó Wanda Nara en las redes sociales y los medios comenzaron a especular sobre lo ocurrido. Una separación mediática se avecinaba. Rápidamente se intentó averiguar quién era la tercera en discordia y cuando se supo que era la China Suarez el show machista del morbo empezó.
Mauro Icardi quedó totalmente invisibilizado y se formaron dos equipos: el team China y el team Wanda. Nuevamente mujeres enfrentadas, compitiendo por un hombre. Pero también enfrentadas dos posturas frente al amor: el amor matrimonial monogámico versus la libertad y el deseo.
El matrimonio como institución inviolable
El amor romántico plantea a las mujeres que nuestro objetivo en la vida es encontrar pareja. No importa si tenemos trabajo, una carrera exitosa, amigxs que nos quieren y nos valoran, hasta que no formemos una pareja monogámica (y luego seamos madres) no estaremos completas.
Por eso debemos dedicarnos con cuerpo y alma a cuidar a ese vínculo y a esa familia, a diferencia de lo que culturalmente se asigna a los varones (cis), para quienes el amor y la familia son un ítem más en su vida -muchas veces incluso uno de los últimos-. Por algo a la mujer de cierta edad que no tiene pareja se la tilda de “solterona” con una carga negativa, aquella que no pudo enamorar a un hombre y que algo malo debe tener. En cambio, a los hombres se los suele ver como un soltero codiciado, aquel que nunca pudo ser atrapado.
Desde este punto de partida es que el matrimonio, la pareja, la familia se vuelven instituciones inviolables y que las mujeres (no los hombres) debemos cuidar con cuchillos y espadas. Pero ¿cuidarlas de quién? De las robamaridos, de aquellas mujeres promiscuas, sin códigos y sin valores que disfrutan y gozan de seducir a los pobres hombres casados y destruir familias. Desde esta perspectiva el amor está asociado a la concepción de propiedad: mi marido, mi esposa, mi familia.
Además de robamaridos, a la China se la trató de destruye-familias. Pero ¿qué es una familia? ¿Cómo se construyen? ¿Y cómo se destruye? ¿Por qué consideramos al vínculo matrimonial como el eje de la familia? ¿Por qué es noticia que Vicuña y Pampita compartan el cumpleaños de su hijo cuando ya no son pareja? ¿Acaso no son la familia del niño?
La politóloga Florencia Freijo explica en su libro Solas. Aún acompañadas que en “la era de los imperios europeos estuvo marcada por uniones civiles que se creaban para que, con los hijos del matrimonio, se asentara el poder expansionista entre los territorios a lo largo del tiempo. Mucho antes de esto, tanto en Grecia como en Roma antiguas el matrimonio era un acto que se les permitía solo a las clases pudientes (no a los esclavos) para así, direccionar la herencia”. De allí es que el matrimonio es considerado el eje de la familia.
En Argentina hasta 1995 el adulterio era un delito penal y en el antiguo Código Civil por no respetar la fidelidad en el matrimonio debía resarcirse económicamente a la pareja. No es hasta el 2015 con la sanción del nuevo Código Civil y Comercial que la figura del adulterio desaparece.
“Ni sumisa ni devota, te quiero linda, libre y loca”
Una frase que hemos repetido hasta el hartazgo pero que encuentra su límite en la figura de la “robamaridos”. Linda, libre y loca pero hasta ahí, tu libertad termina en el hombre casado y si te involucras con uno o con varios estás mal y deberías ir a terapia. En Twitter llovieron falsos análisis de “expertos” en psicología que afirmaban que la China Suarez tenía un problema y que debía tratarse por haberse involucrado con varios hombres casados.
Primero que nada, este tipo de comentarios banalizan la terapia. Y en segundo lugar, ponen a una mujer que no tiene problema en manifestar sus deseos en el lugar de una loca que debería tratarse -como un comentario peyorativo-. A las mujeres que no cumplen con los mandatos patriarcales históricamente se las trató de locas. Pero claro, ¡¿cómo la China no va a respetar la santa institución del matrimonio?! Debe estar loca.
¿Acaso no hay otras formas de construir vínculos? Aunque se viene hablando sobre el poliamor y las relaciones abiertas, cuando surgen estos “escándalos” pareciera que no. Incluso muchas veces estas formas de relaciones son subestimadas, negadas y ninguneadas. Cuando Florencia Peña explicó que con su pareja tenían una relación poliamorosa, tildaron a su forma de vincularse como “blanquear cuernos” y no aceptar que una relación terminó. ¿Por qué nos cuesta tanto pensar en otras formas de vincularnos?
De esta manera, desde mucho lugares se buscó cancelar a la China Suárez e incluso atentar contra su carrera. Por zorra no debían contratarla más. El castigo hacía la mala mujer. Asimismo, se buscó humillarla públicamente hasta el punto de amenazarla con difundir fotos íntimas de ella, lo cual no solo es un delito sino que es una forma de ejercer violencia.
Pero ¿qué ocurre con Mauro Icardi? ¿Acaso no es él el que tiene una relación monógama con Wanda Nara? ¿No es él quien le falló a su acuerdo de pareja? ¿Por qué los medios lo muestran como un objeto inerte sin decisión? Esto lo invisibiliza, lo libera de responsabilidad y lo posiciona en un lugar de privilegio ¿Acaso él no podía decir que no? Aparentemente los hombres no pueden controlarse y depende de las mujeres alejarse de los casados para no tentarlos, para no hacerlos caer en el pecado.
Sin embargo, la China Suárez dio otra versión en la que él y los otros hombres casados con los que se ha vinculado fueron quienes empezaron la relación diciendo que estaban mal con sus esposas y que se iban a separar. Una historia que todxs hemos escuchado. Pero en ambas versiones los hombres quedan desligados de toda responsabilidad y es la mujer la culpable, que por zorra o por ingenua “se metió” en el medio de otra relación.
A modo de reflexión final podemos decir que los medios de comunicación son constructores sociales de sentido y que con la repetición de los mandatos y la construcción de los roles que debemos ocupar en la sociedad disciplinan a las mujeres. Las “robamaridos” no existen porque las personas no son propiedades que se puedan robar. Además, este estereotipo responde a una lógica machista ya que solo se adjudica a mujeres, ¿o alguna vez escucharon hablar de los “robaesposas”?
Si bien a Icardi se lo criticó por estar con Wanda, que era la pareja de su amigo (porque los hombres tienen “códigos”: la novia de un amigo tiene bigotes), se inventó un verbo para nombrar lo ocurrido: icardiar. No existe el “robaesposas”. Además, es probable que la situación hubiera pasado desapercibida si el ex-esposo de Wanda no hubiera sido amigo de Icardi (como es el caso entre Wanda y la China, quienes no eran amigas).
Detrás del supuesto entretenimiento y del periodismo de espectáculos, en el que se amparan quienes están lucrando con el chimento, lo que se esconde es un discurso violento y disciplinador hacia las mujeres.
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