Absolución para luz

“En un mundo de gusanos capitalistas, hay que tener coraje para ser mariposa”, dijo Lohana Berkins. El coraje de las mariposas sigue siendo bandera ante un sistema patriarcal que criminaliza a las identidades travestis y trans: Luz Aimé Díaz, una chica trans de 24 años, es acusada y privada de su libertad por un crimen que no cometió. Su historia, los hechos, las postergaciones del juicio, el fallo histórico que recusó a los jueces transodiantes, y su espera. Por el futuro de una joven, y por tantos años de deuda social hacia las personas travesti-trans: Absolución para Luz.

Ilustración: Violetamal para Alta Trama.

A Luz se la acusa de un crimen que no cometió. 

Luz Aimé Díaz es una joven trans de 24 años que nació en Salta. A sus 13 años empezó el camino hacia su identidad de género y, perteneciente a la clase baja y a un género contrahegemónico en una sociedad donde las oportunidades no son las mismas para todxs, salió a prostituirse desde muy chica. 

Luz está incapacitada de un ojo y con poca visibilidad en el otro, un cliente la atacó y le provocó esta lesión grave en la visión. Tras sufrir diversas situaciones de violencia decidió irse de Salta, y a finales de 2017 llegó a la ciudad de Buenos Aires, donde se integró a la comunidad del Hotel Gondolín, una asociación de derechos humanos que funciona hace 21 años como cooperativa y refugio travesti-trans en el barrio Villa Crespo. 

Con el objetivo de salir de la prostitución empezó a estudiar en el Bachillerato Popular Mocha Celis. Sus profesoras comentan que es una alumna tranquila y de perfil bajo. Luz quiere terminar el secundario y estudiar psicología.

Sospechosa por trans y pobre

En junio de 2018 Luz tuvo un encuentro sexual pago de 15 minutos con dos hombres en un departamento de Palermo. Luz desconocía lo que ocurría en una de las habitaciones contiguas: un hombre de 50 años se encontraba inconsciente, había sido maniatado, golpeado y ultrajado. Días después fue encontrado con vida por su hermana.

Sin saber lo que ocurría en una de las habitaciones, y luego de transitar la situación de prostitución, se retiró y volvió a la esquina donde esos dos hombres la habían contratado.

El 19 de agosto de 2018 Luz fue detenida en la zona de Godoy Cruz (Palermo) acusada de tentativa de homicidio triplemente agravado. ¿Las pruebas? una cámara de seguridad que registró su ingreso al departamento, y su saliva en el preservativo que usó al consumar el acto sexual. El paso de Luz por ese departamento parece ser prueba suficiente para que la fiscalía considere que Luz lideró una banda criminal; por otra parte, no hay rastros de investigación judicial de aquellos dos hombres, según señaló Andrea Alcalde, docente del Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis. 

La justicia hace una lectura arbitraria del caso. Luz -trans- pasó en situación de prostitución 15 minutos en aquel departamento; los hombres -cis- la llevaron allí, donde también había un varón -homosexual- inconsciente por los golpes. Ahora bien, Luz es acusada de intento de homicidio, investigada como sospechosa de liderar una banda criminal, y privada de su libertad preventivamente; ¿Y qué sucedió con esos dos hombres? ¿se los investigó? ¿hay datos de su paradero o identidad? No, no hay registro alguno. 

Luz es trans y el hombre ultrajado homosexual, no es difícil pensar que ambxs fueron víctimas de un crimen de odio hacia sus identidades y orientaciones. Sin embargo, Luz pasó un año detenida en Ezeiza, víctima del maltrato y la discriminación por parte un servicio penitenciario que no tiene perspectiva de género, y que tampoco consideró el trato médico que la condición visual de Luz requiere. Allí su salud empeoró.

La justicia hizo la vista gorda de los incisos A y C del artículo 32 de la Ley N° 24.660 de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad, que permite al juez otorgar la detención domiciliaria “al interno enfermo cuando la privación de la libertad en el establecimiento carcelario le impida recuperarse o tratar adecuadamente su dolencia…”; y “al interno discapacitado cuando la privación de la libertad en el establecimiento carcelario es inadecuada por su condición implicándole un trato indigno, inhumano o cruel”.

Ocho meses después su equipo de defensa conformado por Luciana Sánchez, Lara Bertolini y Natalia d’Alessandro, lograron la detención domiciliaria en su residencia, el refugio travesti-trans de la asociación de derechos humanos, Hotel Gondolín. 

La situación de las personas Travesti-Trans

Esta es otra historia que pone en evidencia las falencias, la discriminación y la deuda que la sociedad tiene para con la comunidad travesti-trans. 

La justicia patriarcal de nuestro país está atravesada por la heteronorma y por los estereotipos de género. Hay una violencia estructural sobre el colectivo travesti trans que influye en las prácticas e instituciones sociales, de modo tal que la presencia de personas trans y travestis se convierte en un blanco de sospecha y discriminación. 

El abuso de poder por parte de los distintos sectores de la sociedad para con el colectivo, es evidente. Según denuncian públicamente las referentas de la comunidad, la represión y la extorsión por parte de la policía son moneda corriente en la vida de travestis y mujeres transexuales. La Justicia no es la excepción. 

Ante estas injusticias se acrecienta el potencial y el activismo de los colectivos travesti-trans y feministas, en busca de justicia, igualdad de derechos y transformación de una justicia patriarcal que solo contribuye a los travesticidios sociales.

El colectivo travesti trans sufre una constante discriminación, por lo general la primera es en el núcleo familiar, luego ocurre en la educación (de donde queda excluidxs por la necesidad de generar ingresos) y después en el ámbito laboral (donde quedan marginadxs por su identidad). Esta violencia estructural por parte de una sociedad que lxs condena a una vida de violencia y rechazo, funciona así históricamente y hace que la expectativa de vida del colectivo travesti-trans sea de 35 años aproximadamente. 

“Llamamos travesticidio social a todo el abandono que el Estado permitió. Ya somos forzadas a prostituirnos, pero más allá de subirnos a un auto y que nos mate un cliente en la zona roja o en una esquina, las travas nos morimos todos los días. ¿Cuántas de nosotras nos fuimos a los 14 años de nuestras casas, nunca más volvimos y nuestras familias no saben nada de nosotras? ¿Cuántas de nuestras compañeras están abandonas en las cárceles? La prostitución es el corazón en este cuerpo que es el travesticidio social y la prostitución es el problema madre”, dice Alma Fernández, militante travesti.

La prostitución resulta ser el principal medio de subsistencia, dado que el Estado no provee políticas que permitan salir de la calle y acceder a la educación y al empleo digno, que garanticen la movilidad social. 

Si bien en 2015 se sancionó la Ley Provincial de Cupo Laboral Travesti Trans, que estableció que “el 1% de los puestos de la administración pública deberán ser ocupados por personas travestis, transexuales y transgénero mayores de 18 años”, aún se exige su implementación. Florencia Guimaraes, referenta travesti, dijo respecto a la gestión de María Eugenia Vidal: “En estos cuatro años, no tuvieron la decisión política de reglamentarla y, así, murieron cientos de compañeras que no pudieron acceder a un empleo. Tenemos como una luz de esperanza y queremos que se cumpla”.

#AbsoluciónParaLuz

El 20 de febrero se esperaba el juicio en el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 8 de la Capital Federal, pero fue pospuesto para el 3 de abril y quedó momentáneamente suspendido por la cuarentena. 

En marzo la Cámara Nacional de Casación Criminal y Correccional admitió en un fallo la falta de perspectiva de género y la violación a la Ley de Identidad de Género, y con estos argumentos apartó a los jueces Rizzi y Anzoátegui del caso de Luz Aimé Díaz, por lo que deben sortearse dos nuevxs juecxs para conformar el Tribunal de Juicio. 

Desde la Campaña de Absolución para Luz Aimé celebraron este fallo, que junto a la Ley de Identidad de Género sientan precedentes en materia de derechos humanos. Luli Sánchez, Abogada Defensora, aseguró: “Luz Aimé le pone la cuerpa a esta batalla por ella y por todes. Ojalá tenga impacto en otras jurisdicciones, particularmente en CABA y La Plata, donde la transfobia judicial es apabullante y naturalizada en Tribunales”. 

Luz está acompañada por una gran comunidad que busca su absolución, con repercusión en todos los medios de comunicación y una campaña que se puede seguir en las redes sociales: “Campaña por la Absolución de Luz Aimé” y “@absolucionparaluz”.

Como toda joven aspira a un futuro digno, donde no sea perseguida por su género y pueda acceder a la educación y el trabajo. “Cuando esto se resuelva quiero terminar el colegio y empezar la carrera de Psicología, porque yo no vine de Salta para seguir trabajando de lo mismo que hacía para sobrevivir. Ya no quiero volver a la esquina”.

Porque la acusan de un crimen que no cometió, porque la Justicia vulneró sus derechos, y por tantos años de deuda social hacia las personas travesti-trans, se espera que Luz sea absuelta. De no ser así, los jueces a cargo pasarán a la historia como los guardianes trajeados de un sistema patriarcal que se resiste a caer.

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