El amor en tiempos de “visto“

Silueta de persona con el símbolo de visto (doble tilde) sobre sus ojos. De fondo íconos de likes, emojis y logos de redes sociales.

Menos compromiso y responsabilidad emocional son características de muchas relaciones digitales que se vieron potenciadas por los aislamientos sanitarios y los avances tecnológicos. En una sociedad donde cuesta ponerle palabras a lo emocional, el contacto físico se hace cada vez más difícil. En este embrollo relacional, las redes sociales juegan su papel clave potenciando la imagen, la “reacción“ y el “visto“, por sobre la palabra. ¿Cómo vincularnos en esta era digital?

*Por Magdalena Creig, Licenciada en Psicología.

El modo en el que nos vinculamos amorosamente es un tema que genera debate desde hace tiempo, pero que paradójicamente nos deja “sin palabras“ en muchas de nuestras relaciones: ¿Qué es y por qué existe el ghosteo? ¿Cómo aprendemos a ser más empáticxs en nuestros vínculos? ¿Somos responsables sexoafectivamente?

“Tengo mis dudas sobre si titularlo responsabilidad ‘sexoafectiva’ o ‘emocional’. Porque no impacta solo en los vínculos sexoafectivos, sino en todas las formas de vincularnos. Hoy existe una desconexión, tenemos una sociedad en la que a lo emocional, no podemos nombrarlo”, cuestionó en una columna radial Cecilia Ce, psicóloga y sexóloga.

Es interesante poder pensar lo que atravesamos con el crecimiento de las redes sociales, profundizado por la situación de pandemia, dentro de lo que que pareciera ser una “crisis vincular”. Más aún si consideramos que predominan discursos caracterizados por la desmotivación amorosa, la baja autoestima y el descreimiento.

Como sabemos, existen desde no hace tanto tiempo nuevos modos de relacionarse a través de la virtualidad, y es allí donde se presenta el famoso fenómeno “ghosteo”.

¡Que tire la primera piedra quien nunca fue ghosteadx!

El ghosteo, que viene del inglés ghost (fantasma), consiste en dar por terminada una relación unilateralmente, cortando contacto con el otrx al desaparecer de forma radical de su vida.

En relación a esto, Tamara Tenenbaum, Licenciada en Filosofía, periodista y escritora, sostiene que debemos estar atentxs a que todas nuestras acciones tienen un contexto y en todo contexto existió, y existen, formas de lastimar al otrx. Hoy en día una de esas formas es el ghosteo. A su vez propone que este fenómeno tiene que ver con el miedo a hablar, a decir qué es lo que queremos y lo que no.

Bajo esta responsabilidad emocional, la Licenciada Ce expresa que “el ghosteo genera baja autoestima y más dificultades para los próximos vínculos“, con lo cual, es determinante remarcar que el malestar que se genera es realmente importante.

Podríamos pensar que lo que ocurre en las redes sociales no debería tener importancia, sin embargo dedicamos horas dentro de ellas, construimos un perfil y buscamos mostrar quiénes somos, establecemos relaciones de amistad, laborales y amorosas gracias a ellas.

“Me clavó el visto” ,“me reaccionó a la historia y le respondí, pero me visteó”, “hablábamos seguido y un día dejó de responderme”, “me mira las historias pero no me habla”. Son algunas de las frases que están en nuestro discurso cotidiano. Las redes sociales son parte de nuestro día. 

Entonces sí es relevante si te sentís solx porque tenés seguidores que te miran sin ver, o si te sentís insegurx porque la persona que estaba del otro lado de la pantalla “te visteó”. Sí es importante si estás desorientadx porque ese amigx con el que pegaste onda te silenció, no ve tus historias, no mira tus mensajes, ni dejó una explicación.

Josefina Mazzoleni, Comunicadora Social, sostiene en su nota La cultura de la decepción que: “…son los usos predominantes que hacemos de ellas -las aplicaciones o redes sociales en este caso- los que comienzan a demandar un determinado accionar de nosotrxs mismxs; y los que generan efectos sociales”. Y es a partir de esto que necesitamos adaptarnos a lo que se demanda para poder formar parte del mundo de la conectividad. 

Una imagen, ¿vale más que mil palabras? 

En algunas plataformas virtuales, como Instagram, la imagen es una de las protagonistas. Podríamos pensar que la norma que la rige por excelencia es que “una imagen vale más que mil palabras”. Pero ¿esto es cierto?

Atravesamos un constante avance tecnológico, todos los días encontramos funciones nuevas dentro de las redes sociales que implican cada vez menos el uso de la palabra. Por ejemplo, en Instagram desde hace pocas semanas lxs usuarixs pueden dar “like” a cada una de las historias de otra persona. Como sabemos, antes solo podíamos responder o “reaccionar“, eventos que abrían una conversación por mensaje privado.

A diferencia de los “likes” que se dan en los posteos del feed, estos solo los puede ver la persona a la que le llega el “me gusta”. Poco a poco notamos que se instituye “la cultura del visto”. Todo contacto con el otrx se reduce a ver y a reaccionar, y es la misma red la que proporciona opciones para que utilices lo menos posible la palabra: podes reaccionar con distintos emojis, decir que te gusta a través de un corazón, podés solo ver y que tu nombre quede registrado entre quienes miraron esa historia. 

En estos tiempos es relevante reivindicar la función de la palabra, una imagen puede comunicar por sí misma, pero no la reemplaza. Entonces podríamos preguntarnos si ahí donde creemos que está “todo a la vista”, es donde tenemos que poner una palabra.

La falta de la palabra viene suplantada por la posibilidad de que existan múltiples sentidos a partir de una imagen, de una acción o de una reacción. Estos variados sentidos dan lugar a determinar supuestos, que desembocan en certezas subjetivas. Es decir, que cada persona le da el significado que considera que tiene cada acción. 

Podemos entender que el mensaje implícito que sostiene las prácticas del visteo es: “quiero que veas que te veo, pero no quiero hablar acerca de eso”. Estar sin estar, implica menos responsabilidad y compromiso afectivo para con el otro, entonces ¿qué pasa con la estabilidad emocional?

Acerca del cuidado del otro, Tamara propone la reivindicación de “una ética del cuidado no esencializada, en la que todos nos tenemos que cuidar entre todos”. En esta misma línea, Cecilia Ce, sostiene que es necesario “empezar a ver al otrx como un otrx, notar que le pasan cosas. La empatía se construye, se aprende”. 

Es decir, no importa si no nos conocemos, si no te quiero volver a ver o si no me gustás, lo que importa es que entramos en relación con otra persona. Cada vínculo tiene su nivel de compromiso, pero todos traen consigo la responsabilidad de cuidar y cuidarse. Y para eso, es necesarios dejar de ghostear y aprender a poner la palabra en donde hace falta. Es una responsabilidad de todxs.

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