Un carro lleno de cartones conducido por una persona y arrastrado por un caballo: La tracción a sangre es una postal actual en muchos territorios de nuestro país. Un análisis que comprende la necesidad de trabajo, la protección animal y la intervención del Estado con políticas públicas. ¿Qué hacer con esta problemática cuando es la única alternativa laboral para muchas personas?
*Ilustración: @unaflordibujando para Alta Trama.
“Si el perro es le mejor amigo del hombre, al caballo bien se lo podría definir como el mejor esclavo del hombre”
Desmond Morris
Sobre una de las calles del conurbano bonaerense un hombre, un carro cargado de cartones y un caballo como tracción, forman un cuadro de Molina Campos modelo 2021. Ante esta situación dos personas se enfrentan con argumentos disímiles, una de ellas critica al carrero por el maltrato que ejerce sobre el animal, la otra desde la vereda contraria le explica que aquel hombre no es más que un trabajador en busca del peso para sobrevivir a su pobreza. Las dos posturas tienen sus razones, pero el trabajador sigue en condiciones de marginalidad laboral y el animal mantiene su estado de desprotección. Entonces, ¿cuál es la solución?
Diferentes organizaciones como Caballos de Quilmes y Basta de TAS (Tracción a Sangre), entre las más reconocidas, trabajan hace tiempo con la problemática de los carros tirados por caballos. Entre sus fundamentos no solo endilgan una violencia sin parangón contra los animales sino que también promueven una ética sin especismo.
Inspirado en la doctrina utilitarista de Jeremy Bentham, Peter Singer ha sido uno de los principales portavoces de esta postura desde la edición de su libro Liberación animal en la década de 1970. Una de las máximas antiespecistas gira en torno a la extensión del principio básico de igualdad humana a los animales sintientes. Esta igualdad, sostiene Singer, no depende de la inteligencia, fuerza física u otros factores, sino que es una idea moral.
Según explica en su página oficial la ONG Basta de TAS, alrededor de 70.000 animales están involucrados en la tracción a sangre en las urbes argentinas (el término tracción a sangre refiere al acto de tirar de una cosa a través de un cuerpo biológico con el objetivo de desplazarla). La campaña «Basta de TAS», liderada por la ONG homónima, propone devolver la dignidad tanto a los animales como a lxs cartonerxs, reemplazando a los primeros por motocarros o bicicletas eléctricas e instaurando un santuario de caballos para ser dados en adopción.
A lo anterior se contrapone la mirada de lxs trabajadorxs que sostienen que el caballo es su única herramienta para llevar el pan a su casa. Más allá de las denuncias de las organizaciones ante un presunto maltrato animal por parte de lxs trabajadorxs, existe un sector que considera al caballo como uno más de la familia y se niega a entregarlo o reemplazarlo.
Es por eso que muchxs cartonerxs han construido espacios para sus caballos en las proximidades de su hábitat. Durante 2012, una biblioteca popular-establo fue inaugurada en la Villa La Cárcova del Gran Buenos Aires. En ese pequeño espacio construido con materiales del cartoneo se juntaban niñxs para leer y recibir asistencia escolar, mientras al lado descansaba un petiso ya jubilado del carro.
Godoy Cruz (Mendoza) y Berazategui (Buenos Aires), ejemplos de políticas públicas eficientes
Uno de los casos pioneros en el reemplazo de caballos por motocarros ocurrió en la ciudad de Godoy Cruz (Mendoza), donde el municipio trabajó en conjunto con carrerxs y agrupaciones, para elaborar una política pública que permitiera la convivencia de todos los sectores implicados en torno a un modelo de producción más moderno y eficaz.
La Fundación Franz Weber y Fundación A.P.C.M, propiciaron una co-gestión efectiva basada en la inclusión social y en el respeto animal. Ni caballos esclavos ni caballos excluidos, sostienen como lema principal.
Más de setenta carros y caballos circulaban por las calles godoycruceñas en 2015, fue entonces cuando el Intendente Tadeo García Zalazar puso en marcha una política que daba respuesta a la vulnerabilidad de las familias carreras y de sus equinos. El pasado 29 de noviembre de 2020 se hizo entrega de los últimos vehículos de tracción motora que sustituyen a los antiguos carros.
Según el sitio oficial de Godoy Cruz, un total de 39 familias accedieron a este programa. Mientras tanto, quienes no se inscribieron al programa, por distintas razones, optaron por otras alternativas laborales que les permitieron dejar de utilizar carros y equinos para el desarrollo de sus tareas diarias. De este modo, la tracción animal finalmente quedó prohibida en su totalidad a través del Decreto reglamentario 1633/19.
De esta manera lxs usuarixs de los vehículos motorizados son denominados Recuperadores Urbanos. Como se puede ver en el documental Los Mendocinos: Lo que hicimos para abolir la tracción a sangre, su tarea y compromiso para con la comunidad es la gestión del 100% de los Puntos Verdes distribuidos en el Departamento.
Con las nuevas tecnologías, las familias optimizan su economía, juntan más material en menos tiempo, acceden a redes de comercialización preferenciales y establecen vínculos de confianza con lxs vecinxs. Según cuentan en primera persona en el documental, ya no son discriminadxs y pueden acceder a zonas que antes, por las condiciones del carro y el animal, no podían. Además, a través de un crédito prendario, pagan parte del vehículo motorizado.
¿Qué pasó con los caballos? Algunos de los animales sustituidos fueron derivados al Santuario Equino Equidad en la provincia de Córdoba, otros fueron dados en adopción responsable a personas que se registraron en el municipio para tal fin. Todos los equinos se “jubilan”, ninguno de ellos vuelve a trabajar, viviendo el resto de sus vidas en un medio natural acorde a sus necesidades biológicas.
Todo lo anterior fue posible gracias a la Ordenanza Municipal Nº 6357 y su respectiva modificatoria Nº 6612. El trabajo intersectorial de más de 15 dependencias municipales, como así también las ya mencionadas Fundación Franz Weber y Fundación A.P.C.M.
Una de las dificultades con las que se enfrentó esta medida fue que cada carrerx debía sacar el registro de conducir. Pero para eso, muchxs tenían que aprender a leer y escribir. Por esto, el municipio inició una campaña de alfabetización, y de esta forma una política pública dirigida a solucionar una problemática, llevó a otra que resolvió otro problema.
Otro es el caso de Berazategui donde en marzo de 2019, el Honorable Concejo Deliberante aprobó por unanimidad la Ordenanza N° 5694, impulsada por el Intendente Juan Patricio Mussi, con el objetivo de prohibir la tracción a sangre y resolver el problema del maltrato animal, que fundamentalmente es generado por la utilización de caballos para llevar carros.
Asimismo, la medida también establece la creación de un Registro Único Obligatorio para los Recolectores Informales, que permite la entrega de una bicicleta eléctrica para cada unx de estxs trabajadorxs, a cambio de no utilizar más su carro manual o tirado por caballos para desarrollar su actividad de recolección. Las nuevas bicicletas fueron adaptadas especialmente para desarrollar de una manera más rápida y cómoda los trabajos de recolección.
Responsabilidad ciudadana
Esta problemática forma parte de los nuevos debates del siglo XXI, desde los que se visibilizan demandas sobre la protección del medio ambiente, los derechos de los animales, la alimentación consciente, entre otras. Demandas que no pueden ser saldadas con la sola intervención estatal, sino que necesitan también del propio compromiso ciudadano.
Por todo esto es necesario pensar el papel del Estado en cada contexto económico-social en particular y en cómo y de qué manera se pueden implementar políticas públicas que fomenten la virtud cívica sin caer en una mera postura partidaria.
Es importante repolitizar la cuestión animal e imaginar el ensamble de los derechos humanos, no humanos y de la naturaleza, en sociedades donde persiste una injusta distribución de la riqueza. Las medidas por parte de los gobiernos y las acciones de lxs ciudadanxs deberían orientarse hacia una dirección que avance, como diría Boaventura de Sousa Santos, en el reconocimiento de los otros.
El presente y el futuro
La relación problemática entre lo laboral y el maltrato animal también se observa, por ejemplo, en las negociaciones con China para instalar granjas porcinas, en plena pandemia originada por las propias características del sistema de producción global.
Se necesita entonces pensar y elaborar políticas públicas que no solo asistan a lxs desprotegidxs sino que también promuevan el respeto de los derechos, la producción y el trabajo en condiciones saludables. Los contextos de crisis también son oportunidades para que el Estado y sus gobiernos se hagan presentes.
Se debe trabajar en conjunto con organizaciones sociales, sin que ninguna excluya a la otra sino que por el contrario complementen sus saberes y experiencias. Todo esto sin perder de vista que, conocer las diversas realidades de las personas que participan en la sociedad no es solo tarea de los gobiernos, sino también de lxs propixs ciudadanxs, en la búsqueda de apelar a su sentido de pertenencia y crear condiciones de identificación con sus pares para mejorar la situación del conjunto.
Por parte del gobierno queda la difícil tarea de elaborar planes que permitan reemplazar las políticas asistenciales por medidas que construyan puentes hacia un futuro de inclusión económica, pero también de respeto hacia el lugar donde vivimos y las especies con las que coexistimos.
La solución a un problema que en apariencia parece ser superficial o menos urgente, puede ser la posibilidad de dar respuestas a la verdadera cuestión de fondo: asegurar un mejor porvenir para las próximas generaciones y una mejor calidad de vida para quienes ya estamos aquí.
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