La oligarquía civil, militar y religiosa salva a Bolivia de seguir creciendo con justicia social. Los datos demuestran el éxito económico del gobierno plurinacional y popular de Bolivia, y explican no solo el resentimiento de una clase dispuesta a recuperar sus privilegios, si no también, la disputa que se juega en toda una región que se le planta al neoliberalismo. Como dijo el líder intelectual y ex vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, las revoluciones son por oleadas, “luchar, vencer, caerse y levantarse, hasta que se acabe la vida”.
Un repaso por la región
Latinoamérica está viviendo uno de los momentos más tensos en su ya cargada historia. Por su parte, líderes como Bolsonaro y Macri, bajo el discurso de poner orden a los supuestos desmanes del “populismo”, ordenaron las finanzas de aquellos que viven en la cima de la sociedad. Sin embargo, lxs excluidxs no se quedaron quietxs.
En la región, Ecuador primero y Chile después son ejemplos de levantamientos sociales comprometidos con la idea de justicia social. Mientras Argentina dio un revés al neoliberalismo a través de una elección que contó con el peronismo unido. Venezuela sigue en su camino confuso y contradictorio, tratando de sostener la institucionalización de la revolución con una sociedad profundamente dividida, una oposición aparentemente financiada por Estados Unidos y serios problemas económicos que responden a un bloqueo internacional y a un mal manejo de la economía doméstica, que se hace imposible analizar en pocas palabras.
Por otra parte en Brasil, la libertad de un dirigente como Lula dio nuevos aires a la lucha latinoamericana. La decisión de la Corte suprema dejó a Bolsonaro en una posición incómoda, ya que una de sus promesas fue mantener a Lula en la cárcel “hasta que se pudra”.
Y por último Bolivia, donde luego de ratificar a Evo como presidente en las últimas elecciones por diez puntos porcentuales sobre su competidor, la oposición denunció fraude y el gobierno de Evo Morales (en un mal cálculo o por debilidad política) permitió que la OEA intervenga y legitime, mediante la recomendación de “reveer los resultados”, el reclamo de la oposición.
Así el gobierno se vio aún más debilitado, las fuerzas de seguridad se sublevaron, la violencia en las calles se acrecentó, los medios afines a la oposición presionaron y el Golpe de Estado se hizo realidad.
Bolivia y la disputa en toda la región
Repasar los datos sobre la situación económica de Bolivia, echa luz sobre cuál es el partido que se juega en Latinoamérica.
Desde que asumió Evo Morales en 2006 se nacionalizaron más de 20 empresas. Una de las más importantes fue la de hidrocarburos que le proporcionó al país la independencia económica para lograr las mejoras más importantes en la calidad de vida de sus ciudadanxs. Gracias a estas nacionalizaciones al día de la fecha el Estado gestiona alrededor del 40% del PIB.
No es casualidad que el líder de la oposición Luis Camacho, heredero del monopolio del gas privado de la ciudad de Santa Cruz (Sergas), sea uno de los principales promotores del golpe. Un hombre que, además, agita la biblia en sus actos políticos y cita a Pablo Escobar como ejemplo.
Entre 2006 y 2018 Bolivia creció anualmente un 4.9% promedio, encabezando a los países de la región desde 2014. Esto significó cuadruplicar el volumen económico del país y pasar de un PIB per cápita (por persona) de aproximadamente mil dólares (2005) a 3589 en 2018, según los datos del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas del Estado Plurinacional de Bolivia.
Las reservas del Banco Central que eran de mil millones de dólares en 2005 llegaron a más de 15 mil millones en 2014. Los créditos productivos se multiplicaron por diez y la inversión pública aumentó al 11% del PIB en 2018, convirtiéndose también, en la primera del continente. Esto quiere decir que tres cuartas partes de la inversión pública se financia hoy con recursos internos. Es así como la deuda pública de mediano y largo plazo ascendió solo a un 33% del PIB, muy por debajo del casi 100% que padece la Argentina post-Macri.
La pobreza extrema se redujo de 39% (2005) a 15,2% (2018). El salario mínimo nacional llegó a casi sextuplicarse, de un equivalente de 54 dólares en 2005 a los actuales 305, ocupando el quinto lugar en el continente; y el tercero con menor inflación de América, después de Ecuador y Estados Unidos, según datos del Fondo Monetario Internacional.
Bolivia también consiguió la cobertura efectiva del total de pensiones para sus mayores, muy por encima de la media regional (59%). Además el 51,5% de lxs bolivianxs se ve beneficiado por programas de transferencia directa como el Bono Juancito Pinto (ayuda a costear materiales educativos o el transporte de niñxs en edad escolar hasta el segundo año del secundario), la Renta Dignidad (mejora los ingresos de los adultos mayores) y el Bono Juana Azurduy (apoya a las mujeres gestantes y a lxs recién nacidxs hasta dos años sin seguro de salud, siempre que garanticen cuatro controles prenatales, parto institucional y control post parto).
El programa “Yo sí puedo” de alfabetización constituyó un avance irreversible. Benefició a más de 800 mil bolivianxs, logrando el estatus UNESCO de “territorio libre de analfabetismo”.
También crearon una red de más de tres mil centros públicos de salud incluyendo regiones de difícil acceso, casi 90% de la población dispone de agua potable y construyeron miles de viviendas sociales.
Y como un dato que puede resumir los catorce años del gobierno de Evo Morales: la esperanza de vida en Bolivia aumentó diez años.
Pero esto no es todo, hay que destacar la participación indígena en el parlamento. La Nueva Constitución Política del Estado, surgida de la Asamblea Constituyente y ratificada en referéndum, ha posibilitado esa participación y la vigencia de una jurisdicción indígena campesina. Esta política de Estado ha generado tanto una toma de conciencia sobre la cultura plurinacional de Bolivia, como también reacciones racista de ciertos sectores de la sociedad.
Con estas medidas el gobierno de Evo trató de incluir a aquellos colectivos de la sociedad postergados durante siglos de las decisiones del ejecutivo. Es por esto que las comunidades originarias son claves en la construcción de poder del gobierno de Evo Morales.
Y respecto a su democracia, la forma en que se eligen sus jueces es digna de admiración y refleja la pureza de su sistema de gobierno, ya que deben someterse al escrutinio del pueblo. Algo totalmente novedoso en la región. Sumado a que es el segundo país del mundo en tener mayor proporción de mujeres en su parlamento, según un estudio del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica.
Ante todo humanista
“De la derecha, jamás, nunca… de la izquierda, depende, porque acá en Bolivia hay algunos llamados izquierdistas, que son el mejor instrumento del imperialismo norteamericano. Ni derechista, ni izquierdista, sino humanista”, dijo en 2007 el entonces presidente Evo Morales Ayma, en el transcurso del II Foro Humanista Latinoamericano celebrado en La Paz.
Y esto lo demuestra con el último gesto de su gobierno: la renuncia para evitar más violencia sobre el pueblo. Sus ministrxs y allegadxs estaban sufriendo el incendio de sus casas y persecuciones violentas. De todas formas, la violencia militar y policial no cesó con su renuncia. A últimas horas del domingo hubieron denuncias de secuestros, entre ellas la más resonante fue la del presidente de la Cámara de Diputados, que denunció el secuestro de su hermano.
Son las elites dominantes de Bolivia las principales promotoras del golpe cívico, policial, político y militar que acontece. Así como en toda la historia de Latinoamérica, son ellas la puerta de entrada para el poder estadounidense, para la vejación de derechos y la vuelta a regímenes donde unos pocos son los privilegiados.
En Bolivia es clara la violencia de clase por parte de un sector resentido ante la pérdida de sus privilegios: Destrozaron la casa de Evo Morales, lo filmaron y lo compartieron en las redes, con el tono jocoso característico de quienes consideran que un presidente de orígenes pobres no tiene el derecho de vivir como uno de orígenes acomodados.
Al cierre de esta nota la integridad física del presidente Morales y de quienes lo apoyan, no se encuentra garantizada. Aún así, hoy lunes se espera una masiva movilización que pedirá por la vuelta del presidente, según señaló el ex Ministro de Gobierno Hugo Moldiz.
Latinoamérica hoy
A diferencia de las épocas del UNASUR donde los distintos países se pronunciaban en contra de todo intento de golpe (logrando impedirlos, como cuando Correa fue detenido por las fuerzas de seguridad de sus país), hoy nuestra región está lejos de una integración entre pares que garantice la soberanía política, y más cerca de la principal potencia interesada en los recursos de estas tierras, Estados Unidos.
Según palabras del ex vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, su objetivo de gobierno era “la construcción de un Estado fuerte, que regule la expansión de la economía industrial, extraiga sus excedentes y los transfiera al ámbito comunitario para potenciar formas de autoorganización y de desarrollo mercantil propiamente andino y amazónico”. Esto es justamente, lo que se juega en la región, particularmente en Venezuela, Bolivia, Chile y Ecuador.
En Uruguay la situación es de suspenso ya que el Frente Amplio tiene por delante un ballotage adverso frente al Partido Nacional. Mientras que en Brasil la liberación de Lula reconfigura el mapa político del principal socio de la Argentina. Pero nada será inmediato, en el medio el líder sindical y ex presidente, deberá trabajar con paciencia, ya que el Brasil de hoy no es el mismo de hace cuatro años. Tendrá que ser capaz de construir fuerzas democráticas que frenen el autoritarismo de Bolsonaro, quien anunció haber dado instrucciones al Ministerio de Defensa para poner en alerta a las tropas a fin de responder a posibles protestas similares a las que arrinconaron a Sebastián Piñera, hasta hoy uno de sus pocos aliados.
Por nuestro lado, Alberto Fernández y su gobierno deberán utilizar todos los recursos diplomáticos para mantener la paz hacia dentro y hacia afuera. Las potencias mundiales luchan por la hegemonía y en el medio nuestra región no se caracteriza por ser coincidente con esos objetivos. Es así como Argentina se transforma en el único país de Sudamérica en donde la fuerza política que había sido desplazada por un partido neoliberal, vuelve después de un solo período fuera del gobierno. Y no vuelve sola, si no en un frente y con nuevos cuadros políticos que quizás aseguren el futuro del movimiento.
Chávez, Lula y Dilma, Evo, Correa, Néstor y Cristina, marcaron a fuego la región latinoamericana como una generación de gobernantes que supieron reconfigurar el mapa de poder en Latinoamérica. Hoy este suelo recibe golpes duros por parte de la derecha y las potencias imperialistas, pero no es un final, sino el principio de segundas vueltas, porque como dijo Lula ya no importan los nombres, porque ahora son ideas y las ideas no se matan, y es por esto que, en palabras de Alberto Fernández: se volverá y mejor que antes.
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