Todo suicidio es político

Collage donde se ven a dos personas abrazando a otra, con un arcoíris al final del horizonte.

Suicidio: “acto por el que una persona de forma deliberada se provoca la muerte” (RAE). ¿Por qué esta problemática social es considerada una cuestión privada? ¿Por qué no se aplican políticas públicas direccionadas a evitarlos? ¿Por qué los medios no comunican los suicidios y si lo hacen su perspectiva es morbosa? En el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, hablemos de él.

*Ilustración: Caro Zuch.

El suicidio es una problemática que afecta a la mayoría de la población -directa o indirectamente-, sin embargo es una cuestión tabú que no se encuentra en la agenda. Según datos del 2013 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente un millón de personas en el mundo mueren por suicidio cada año, lo que equivale a una muerte cada 40 segundos.

El Informe Regional de la OMS y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), llamado Mortalidad por Suicidio en las Américas, estableció que la tasa de suicidio en la Argentina ocupa el puesto número 5 en América Latina, con un 7,47 por cada 100.000 habitantes, siguiendo a Uruguay, Chile, Cuba y El Salvador.

Entre los jóvenes de 15 a 29 años, es la segunda causa de fallecimientos después de los accidentes de tránsito. Se estima que alrededor del 25% de las personas que intentan quitarse la vida buscan atención médica.

En 2017 hubo 3.222 personas que se quitaron la vida en nuestro país, un número mayor al de los homicidios que se registraron en ese año: 2.279, según datos del Ministerio de Salud y Desarrollo Social.

Entre quienes se suicidaron, el 80% eran hombres y el 20% mujeres. Diana Altavilla, presidenta del Capítulo Asociación Argentina de Salud Mental (AASMU) e integrante de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP), sostiene que: “Es más difícil que el varón reconozca el problema y recurra a una ayuda psicológica profesional a tiempo antes de estar peor. En cambio, la mujer suele angustiarse y pedir ayuda, y así evitar el suicidio”. Queda en evidencia cómo el patriarcado se cuela en todos los ámbitos, estableciendo un paradigma de varón cis autosuficiente que impide que la mayoría de los hombres busquen apoyo. 

 El suicidio ocurre, y mientras se siga invizibilizando seguirá pasando en silencio. Hablar implica desenterrar los mitos, fortalecer las verdades, desestigmatizar y lograr que las personas pidan ayuda, pero ¿cómo buscarla si nombrarlo es mala palabra?

Colectivo, no individual

El suicidio es el resultado de múltiples factores, un conjunto de diferentes determinaciones. No existe una relación unicausal ni unilateral que pueda explicarlo: enfermedades mentales, predisposición genética, abuso de sustancias, violencia, falta de apoyo familiar, estrés financiero o laboral, barreras para acceder al sistema de salud, relaciones altamente conflictivas, marginación, entre otras. Sin embargo, en todas las causas el Estado puede intervenir para que el desenlace no implique la quita de una vida.

El sociólogo francés Émile Durkheim (1858-1957), publicó en 1897 el primer análisis sociológico sobre el suicidio donde no se atribuyen sus causas al enajenamiento individual. Durkheim distinguió cuatro tipos de suicidio: altruista, egoísta, fatalista y anómico.

Una de las conclusiones a las que arribó fue que en las sociedades que se requiere más cohesión y solidaridad para sobrevivir, la tasa de suicidios será menor porque la responsabilidad hacia el grupo al que se pertenece es un freno de la voluntad de suicidio. Con las críticas que pueden realizarse al estudio, es relevante marcar que una persona hace más de cien años pudo observar que el foco del suicidio no es individual, sino colectivo.

Si el Estado debe garantizar nuestra seguridad social, acaso ¿el deseo de seguir viviendo no forma parte de dicha seguridad?

En marzo del 2015 el Congreso de la Nación sancionó la Ley Nacional de Prevención del Suicidio, la cual establece en su primer artículo: “Declárase de interés nacional en todo el territorio de la República Argentina, la atención biopsicosocial, la investigación científica y epidemiológica, la capacitación profesional en la detección y atención de las personas en riesgo de suicidio y la asistencia a las familias de víctimas del suicidio”.

El proyecto tenía como objetivo la disminución de la incidencia y prevalencia del suicidio, a través de la prevención, la asistencia y la posvención. La Ley aún no fue reglamentada y determina que la autoridad de aplicación sea el Ministerio de Salud de la Nación -órgano que el gobierno de Mauricio Macri eliminó hace un año-, en coordinación con los Ministerios de Ciencia, Cultura -también degradados- y el de Educación.

La Ley innova estableciendo el desarrollo de programas de capacitación, sobre la temática, destinados a los responsables en los ámbitos educativo, laboral, recreativo y en contextos de encierro. Establece la creación de una línea telefónica gratuita de escucha a situaciones críticas, cuyxs operadores estarán debidamente capacitadxs. Obliga a las prepagas y obras sociales a “brindar cobertura asistencial a las personas que hayan sido víctimas de intento de suicidio y a sus familias, así como a las familias de víctimas de suicidio, que comprende la detección, el seguimiento y el tratamiento”,  lxs especialistas califican de fundamental este punto debido a que ayuda a prevenir el “efecto contagio” que generan los casos de suicidio.

Los medios también son responsables

Siguiendo las recomendaciones de la OMS, la Ley de Prevención al Suicidio sostiene la elaboración de lineamientos para que los medios de comunicación aborden de manera responsable las noticias vinculadas a suicidios y canales de ayuda disponibles.

Los medios hegemónicos son considerados “el cuarto poder” debido a su influencia en la población, es por ello que no proporcionar datos de fuentes de autoridad, no mencionar signos de alerta, no abordar los mitos, no informar sobre los recursos disponibles, presentar al suicidio como única solución, lanzar titulares y páginas principales sensacionalistas en vez de páginas internas cuidadas, pueden generar el efecto Werther, concepto que instauró el sociólogo David Phillips en 1974 luego de elaborar un estudio entre 1947 y 1968 que demostró que el número de suicidios en Estados Unidos se incrementaba al mes siguiente de que el New York Times publicara portadas escandalosas relacionadas con un suicidio.

Sin embargo, el doctor Ian Coleman, de la Escuela de Epidemiología y Salud Pública de la Universidad de Ottawa, Canadá, enfatizó en que la “cobertura responsable” puede ayudar en el sentido contrario, puede contribuir a la prevención del suicidio. “Los medios tienen la obligación de informar las noticias, pero también tienen el potencial para influenciar positivamente. La cobertura responsable puede alentar la conversación sobre suicidio, estimular la búsqueda de ayuda en individuos con ideas al respecto, y hacer importantes contribuciones en la lucha contra el estigma de la salud mental”, es decir, fomentar el efecto Papageneo, fenómeno que consiste en el cambio de opinión de una persona que está pensando en terminar con su vida.

¿Por qué los medios hegemónicos sólo tocan la temática cuando lamentablemente le sucede a una personalidad famosa? ¿Por qué lo hacen desde el morbo buscando detalles que violan hasta el derecho de la intimidad? ¿Vale más el rating que salvar vidas?

El acceso a la educación, la salud, a la cobertura de servicios básicos, a condiciones laborales justas, y a redes comunitarias de solidaridad, influyen directamente en la calidad de vida de las personas. La ausencia de factores como los nombrados conllevan un costo social menos cuantificable como la tristeza y la desesperanza, las rupturas familiares, el aumento de violencia y el suicidio. La debilidad social y política tiene como consecuencia la debilidad emocional de lxs individuxs quienes se encuentran determinado por las distintas relaciones de poder en las cuales, el Estado, juega un rol fundamental.

Frenemos la epidemia

Según la OMS, hace más de veinticinco años puede observarse una elevación en la tasa de suicidios a nivel mundial. En algunos casos las tasas son tan altas que incitan a lxs salubristas a usar el término “epidemia”: problemática de salud que afecta a un número de individuos superior al esperado en una población durante un tiempo determinado.

Es relevante insistir en que las causas del suicidio son múltiples, las razones implican el ensamble de una pluralidad de dimensiones, por lo tanto, el abordaje nunca debe ser individualizado. Existe una necesidad de construir, concientizar y exigir acciones políticas que den respuesta a este flagelo.

Si vos, algunx familiar, amigx o allegadx está atravesando una situación difícil y consideró la opción de quitarse la vida, llama al centro de asistencia al suicida: 135  (línea gratuita desde Capital y Gran Buenos Aires) ó (011) 5275-1135 (desde todo el país). La llamada es personal, confidencial y anónima. También podes ingresar en: https://www.casbuenosaires.com.ar/

Pedí ayuda, no estás solx.

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