Después de los reclamos en la cárcel de Devoto, “Capitán Ácido” terminó de convertirse en un preso influencer. Con 31 mil seguidorxs en Twitter y otros 12 mil en Instagram, el alter ego de Willy Wonka habló sobre su delito y la pena correspondiente, sus estudios universitarios, la situación de las cárceles y la rosca política, la novela El Marginal, y las declaraciones de amor que recibe en las redes sociales: “El preso es un objeto fetichizado”, consideró.
Ilustraciones: Magia Linyera para Alta Trama.
El chocolatero más famoso del cine hollywoodense, de dientes blanquísimos y anteojos prominentes dejó en varias generaciones la impresión de que el mundo puede ser dulce, colorido, lleno de música y la idea de que, si sos bueno y humilde, la vida te premia con una enorme e invaluable fábrica de chocolates.
Mientras tanto, desde la cárcel de Devoto el alter ego de Willy Wonka, “Capitán Ácido”, se presenta: “Quise construir un mundo de LSD y MDMA pero el Estado no me dejó y terminé preso”. Su nombre y cara son una incógnita, sin embargo es el preso más famoso de las redes sociales en argentina. Con más de 31 mil seguidorxs en Twitter y otros 12 mil en Instagram, saltó a la fama el pasado 24 de abril después de la represión en la cárcel federal de Devoto, cuando decenas de detenidxs se manifestaron por sus derechos ante la pandemia de COVID-19. Educación en contexto de encierro, reclamos por el cumplimiento de sus derechos y “Marketing del preso”.
¿Desde cuándo estás privado de tu libertad?
Estoy detenido desde agosto de 2017 por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización. Cometí una infracción a la Ley 23.737 (Ley de Drogas). Estuve un año y un mes en prisión preventiva a la espera de un juicio que nunca llegó porque el Poder Judicial, una vez más como es costumbre, me forzó a llegar a un acuerdo a fin de evitar un juicio donde se suponía que me podían llegar a dar de seis a ocho años de prisión. Por ende, terminé arreglando por cuatro años y dos meses. Llevo dos años, diez meses y monedas.
¿Estuviste siempre en Devoto?
Estuve un año en Ezeiza, el resto en Devoto.
¿Cómo recordás el primer tiempo en prisión?
Me encanaron en agosto de 2017 y hasta marzo de 2018 no hice más que jugar al ajedrez y leer libros. Después comencé la carrera de abogacía de la UBA. Hice primero el CBC y metí las seis materias correspondientes al ciclo introductorio en el primer cuatrimestre de ese año. A partir del segundo cuatrimestre de 2018 inicié los trámites para poder comenzar a cursar la carrera de Derecho en el Centro Universitario de Devoto y durante los primeros meses me trasladaban todos los días de Ezeiza para acá, para poder cursar.
¿Cómo es estudiar en la cárcel?
Es muy deficiente y desde el Servicio Penitenciario Federal buscan desgastar y desanimar a que uno estudie. Lo hacen a través de prácticas lamentables e institucionalizadas. Por eso comencé a manifestar mis quejas a través de hábeas corpus, por la ineficiencia y malos tratos que experimentábamos los estudiantes que éramos trasladados de Ezeiza a Devoto todos los días. Nos levantábamos a las 4 a.m. y el camión de traslado llegaba a las 10 a.m., a las 12 p.m. o nunca llegaba. Me quejé tanto por ese tema, por la estructura edilicia y el hacinamiento en mi pabellón que un día se cansaron de mí y me trasladaron a Devoto. Ahora ya llevo 16 materias aprobadas y estoy por terminar la primera parte de la carrera, conocida como el “Ciclo Profesional Común (CPC)”.
¿Qué importancia le atribuís al estudio en contextos de encierro?
Estudiar es una cosa muy importante, te permite salir del pabellón y aislarte de un montón de cosas tóxicas que pueden llegar a tu mente producto de estar en un lugar donde se multiplican por día las chances de morir asesinado o que te pasen otras cosas terribles. Hay mucha violencia debido a una muy deficiente Ley de Ejecución de la Pena (24.660). No existe el tratamiento progresivo, no existe la reinserción social, es todo una mentira, funciona muy mal. De movida la Ley está mal redactada y si a eso le sumamos que las cosas negativas se aplican de manera potenciada y a las pocas positivas se las desoyen, estamos en un problema… digamos que cuando les conviene es “letra viva” y cuando no les conviene y es un beneficio para el preso es “letra muerta”.
¿Qué pasa cuando reclaman por estas falencias?
Desde que estoy en Devoto todos los meses se invita al Ministerio de Justicia, a los juzgados, se sacan hábeas corpus reclamando para que las cosas mejoren, pero lo único que uno recibe tanto del Poder Judicial como del Ejecutivo es un dilación del problema hacia adelante. Dicen que ya se van a ocupar y nunca pasa nada. Las pocas veces que uno logra una victoria a través de un hábeas corpus y el juzgado lo otorga, el Servicio se encarga de que no te lo den nunca. Ejemplo: hace más de diez años que se dictaminó que cuando se trata de traslados para ir a estudiar, el preso no tiene que viajar con grilletes. Al día de la fecha, 2020, se sigue viajando con grilletes a pesar de que hay un fallo judicial que contradice esa práctica.
¿Qué pensás de las coberturas mediáticas que se hicieron de sus reclamos frente a la pandemia de COVID-19?
Hay una criminología mediática importante de la mano de cruzadores morales y periodistas nefastos, llámese Jonatan Viale, Eduardo Feinmann o Ángel de Brito. Uno llega a escuchar barbaridades y todo lo vuelcan para el lado de los violadores y asesinos.
Cuando estábamos cerca de lograr algo post reclamo y en aras de negociación en la mesa de diálogo, salió la madre de Ángeles Rawson a hablar de Mangieri, cuando ni siquiera él se preocupa por querer un beneficio. Sin embargo, cualquier excusa es buena para poder meter a toda la gente que está por narcomenudeo o delitos menores en la misma bolsa. Los llevan al nivel de un violador o femicida. A partir de esta criminología mediática y esta pandemia de desinformación, lo único que se busca es deslegitimar el reclamo del preso, que solo pide lo que dice la Ley 24.660, que si bien es pésima, tiene algunos aspectos positivos y derechos que uno merece tener.
Después del reclamo del 24 de abril se abrió una mesa de diálogo permanente, ¿cómo está funcionando eso? ¿tuvieron alguna respuesta concreta?
Gracias a los cacerolazos de la gente, producto de que fue mal informada intencionalmente por los medios de comunicación, ahora está todo congelado y hay una politización del tema. Hay internas entre “cristinistas” y “albertistas” y todo eso genera un caldo de cultivo en el cual la pobre mesa de diálogo con Claudia Cesaroni, que es una gran mujer, el juez Hornos, el juez Morini y otros tratan de hacer lo que pueden, estando limitados para llegar a un acuerdo rápidamente por el enfrentamiento entre Blanco y Mena -como gente de Alberto y Cristina respectivamente-.
Lamentablemente podemos decir, y me incluyo, que los presos fuimos muy hábiles para aprovechar el momento. Pudimos ver que ante tanto vacío de información producto del coronavirus, era un momento para romper los techos y salir a reclamar por nuestros derechos. Sin embargo todo lo logrado de una forma muy interesante, práctica y directa, se perdió de la forma más tonta como es una mesa de diálogo. Lo más difícil se logró pero en los papeles vemos semana tras semana cómo nos siguen embarrando la cancha y frenando todo.
¿Cómo era tu vida antes de estar preso?
Yo tenía una vida muy vacía, salía mucho de noche, trabajaba en el subte Metrovías como boletero. También estudiaba Licenciatura en Marketing en la UADE y a la vez agarraba todo negocio que me dejara algún rédito económico: si me ofrecían comprar neumáticos al por mayor y venderlos, y había un público que estaba interesado y resultaba una buena ganancia, lo hacía. Si me acercaban un peluche para vender, y era un buen negocio, lo hacía.
Así me acercaron “caramelos”, por así llamar al éxtasis y al LSD. Nunca tomé, ni vendí, ni me interesé en la cocaína. Cuando me plantearon el negocio me pareció interesante e hice un par de ventas durante seis meses y después de ese tiempo me botoneó otra banda que trabajaba en lo mismo y bueno, acá estoy.
Tenía una vida tranquila, iba a comer solo, iba al cine solo. Una vida tranquila. No es como el imaginario popular que piensa que uno anda citando gente abajo del puente o con tres matones en la espalda. Yo tenía una bandita, éramos cuatro, ellos vendían para mí y todos sacábamos un rédito. Nos juntábamos a veces a comer, caíamos al cumpleaños de alguno. Sí, a veces había problemas de plata, se ganaba o se perdía pero siempre se llevaba adelante con altura. Era una empresa, turbia, que vendía un producto ilegal pero que llevaba adelante parámetros y reglas de una empresa legal.
¿A qué le atribuís el hecho de haber ganado tantos seguidorxs en el último tiempo?
Se lo atribuyo a tres fenómenos: primero a Tik Tok porque una chica con más de 120 mil seguidores hizo varios videos míos. Por otro lado al fenómenos de la convictofilia o “marketing del preso” como le digo yo, y también a que así son las redes. Hoy soy yo, mañana será un pibe que vive en Florencio Varela o un cartonero. No deja de ser una enorme nube de polvo de estrellas. Lo tomo con mucha tranquilidad, antes me hubiera encantado pero ahora uno sabe que hay otras cosas más importantes en la vida y que esto va y viene.
Eso no quita que uno es agradecido y está bueno, tengo otras ventajas respecto a mis compañeros porque puedo interactuar con muchísimas personas. No me alcanzan las horas del día. Por más que esté preso 24/7 no puedo responderles a todos. Trato de ser lo más cordial, agradecido y buena onda, a veces te sacan una sonrisa y te hacen más ameno el día.
Me interesó el término “Marketing del preso”, ¿podrías explayarte un poco sobre eso?
Es lo mismo que vos ves en el capítulo de Los Simpson cuando Marge le da una y mil chances al convicto que sale bajo su custodia. Ve en él una especie de halo atractivo que le genera cierto magnetismo que hace que no pueda dejarlo de lado y seguir con su vida. Con ese ejemplo me refiero al fetichismo que hay con los presos por parte de las mujeres como algo prohibido. Al verlo tras las rejas, sin posibilidad de acceso a muchas cosas se puede producir una idealización o fantasía, que puede ser sexual o no.
El hecho de estar privado de la libertad es una situación turbia, sórdida, medio morbosa y que genera una atracción de la persona que está en el ámbito libre. Siempre la atracción a lo prohibido, lo oscuro, o lo “malo”, ¡ojo! malo en el sentido Lana del Rey, el tipo jodido, picante, frío, eso atrae.
Podemos decir que lo prohibido es adictivo, lo que está en cautiverio interesa, como un animalito en un zoológico. Todo lo que es oculto, turbio o sucio genera lo que es una variante de romanticismo extraño, bizarro, morboso. El preso tiene mucho levante, es como el barman. Son esas cosas que decís ¿Por qué? ¡Pero pasan! Supongo que es porque rompe la norma, el preso es un objeto fetichizado.
Se puede ver en tus redes una gran cantidad de mensajes de mujeres que dicen tener fantasías con vos, ¿cómo lo ves? ¿lo tomás en serio?
Me tomo en serio el 1%. Hace casi tres años que no tengo visitas ni encuentros con mujeres de forma personal. Estoy insensibilizado totalmente. Por momentos me vuelven las ganas de interactuar con alguien, de hablar con alguien, pero son ratos. Ante la falta de contacto con otra persona uno se va enfriando. En las relaciones que construye y fomenta, uno se encuentra. Al no poder construirlas más allá de lo virtual, genera la nada misma, genera hartazgo y pereza. Día a día te volvés más perezoso para construir una relación.
Hablamos de los medios pero vos sos un cinéfilo, ¿cómo analizás la construcción de identidades carcelarias en las ficciones argentinas?
Mirá, el año pasado vino a vernos Luis Ortega y cuando le pedimos por favor que incluya en El Marginal un personaje que estudie y que haga bien las cosas nos dijo “eso no vende”. Así que partiendo de eso podemos decir que es todo una inmensa bola de mierda en la que eligen potenciar todo lo malo y ocultar todo lo bueno.
No hay que ser muy inteligente para plantearse “che, en El Marginal hasta los presos que hacen de decorado son todos una mangas de hijos de puta, ¿no puede haber alguno que zafe y haga bien las cosas?”. Acá hay un montón de gente que hace bien las cosas, pero en la televisión vende lo malo, vende lo turbio, vende la pelea con faca. Hay un montón de presos que saben hablar y conjugar los verbos y esas no son las cosas que te muestran en las ficciones, nosotros vemos El Marginal y nos reímos de la basura que le venden a la sociedad. Realmente es muy gracioso.
Entre tantos personajes ficticios relacionados al mundo lisérgico, ¿por qué elegiste a Willy Wonka?
Era el avatar que usaba en Whatsapp y en Telegram cuando vendía droga, tanto yo como la bandita que armé después. Era esa foto de perfil. Lo elegí por la analogía con los caramelos y las drogas… me pareció graciosa, un poco risueña y marketineramente interesante.
¿Tenés algún plan concreto para cuando salgas?
Sí, continuar con la carrera de derecho como sea ¡como sea! Aunque tenga que ir con la misma ropa y las mismas zapatillas todos los días, no me importa, como sea la voy a terminar. También exterminar a ese bichito diabólico que me inspira adrenalina y gusto por hacer lo incorrecto.
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