De la ficción a la realidad

La vuelta a las pantallas de Okupas, de la mano de Netflix, ha estado cargada de comentarios positivos sobre todo por “la vigencia” que tiene la serie a dos décadas de su estreno. Pero, a pesar de que los números de desocupación entre lxs jóvenes se repiten entre esa época y esta, y con eso las posibilidades de futuro siguen siendo escasas como les pasó a los cuatro personajes, ¿hoy las juventudes son las mismas? ¿Las nuevas tecnologías no provocaron un desplazamiento? ¿O acaso la irrupción potente del arte urbano que vivimos actualmente no ha movido los límites de lo marginal, de lo invisibilizado? Porque 20 años no son nada ¿o sí?

*Ilustración: Lourdes López Marcilese para Alta Trama.

La inserción en el mercado laboral para lxs jóvenes de nuestro país sigue siendo un desafío cada vez más difícil. Si bien por los efectos de la pandemia esta situación empeoró de manera significativa, parece ser una problemática que tiene referencias desde hace varias décadas atrás.

Para noviembre de 1999 lxs jóvenes desocupadxs de entre 15 y 24 años duplicaban la tasa nacional de desempleo alcanzando el 27%. Las cifras indicaban también que el 40% de lxs jóvenes estaban bajo la línea de pobreza. Así lo explica y detalla en su libro La Sociedad Excluyente, la socióloga, escritora e investigadora, Maristella Svampa.

En ese entonces las ficciones que marcaban el rating en la televisión eran programas como Gasoleros (1998-1999) y Campeones (de la vida) (1999-2001); donde se retrataba una clase media baja idealizada e inocente con conflictos sentimentales en el ámbito familiar y barrial. Muy lejos de la conflictividad social que se respiraba en aquel momento.

Okupas, el relato urbano

El 11 de octubre de 2000 se estrenó el primer capítulo de Okupas. Creada y dirigida por Bruno Stagnaro (Pizza birra faso, Un Gallo para Esculapio, entre otras producciones), con un presupuesto acotado, por no decir mínimo, se transformó rápidamente en todo un éxito ganando tres Martín Fierro.

La serie de televisión se presenta como la historia de cuatro amigos que tratan de subsistir a fuerza de trabajos esporádicos, entre legales e ilegales, mientras sus vidas se debaten en un presente sin dirección alguna, cargado de violencia, desesperanza y resignación, sin oportunidad para planificar ningún futuro.

“Hacemos lo que podemos con lo que tenemos” es el metamensaje que se escapa de entre las grietas de esta historia de amistad donde cada personaje cuenta con su propio derrotero existencial:

Ricardo (Rodrigo de la Serna), es un joven de clase media que dejó de estudiar y no puede encontrar una motivación que lo ayude a seguir viviendo. El Pollo (Diego Alonso), entra y sale de la delincuencia como única forma de subsistencia, siguiendo sus propias reglas y códigos, reflejando cierta nobleza en la propia actividad ilegal. Mientras que El Chiqui (Franco Tirri) y Walter (Ariel Staltari) encarnan una juventud inocente, inmadura y sentimental cuyo único propósito es no tener propósitos en la vida.

En cuanto a los personajes femeninos, estos se muestran con mucho más empoderamiento y capacidad de acción frente a los problemas en comparación a los varones. Tal es el caso de Clara Alvarado (Ana Celentano), la prima de Ricardo, dueña de una inmobiliaria. O Sofía (Rosina Soto) la vecina de Ricardo, madre soltera que se empeña en seguir estudiando para salir de aquel presente y poder tener un futuro mejor.

Desde su estreno la ficción supo captar las tensiones sociales del momento y por esto consiguió a su paso reconocimientos de todo tipo y una permanencia en el inconsciente colectivo envidiable para cualquier programa de televisión argentino.

20 años después la serie vuelve remasterizada en la plataforma de Netflix, aunque la vigencia en el tiempo parece no solo ser de la serie, sino también de la situación laboral de lxs jóvenes argentinxs.

Juventud y el mercado laboral

En la actualidad según datos del INDEC, casi dos de cada diez jóvenes están desempleadxs (19,3%), mientras que incide sobre el 7,4% de la población en general. Es decir: la tasa de desempleo en lxs jóvenes duplica a la de la población adulta en general y viene ampliándose desde 2004.

Por otra parte, el desempleo afecta más a los jóvenes que provienen de hogares de menores ingresos. Mientras el 26% de lxs jóvenes de sectores de más bajos ingresos están desempleadxs, solo el 9% de lxs jóvenes de los sectores de mayores ingresos están en esa situación. El género es otro predictor de vulnerabilidad laboral: el 25% de las mujeres jóvenes están desempleadas frente al 15,4% de los varones.

A esto se suma la incidencia de la informalidad. Según informa el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), en la Argentina si se consideran solamente lxs trabajadorxs jóvenes, el porcentaje de informalidad laboral asciende al 60% (sin vacaciones pagas, licencias por estudio, por maternidad o paternidad en caso de tener un hijo, ni aportes jubilatorios).

“Lxs jóvenes enfrentan una gran disparidad entre lo que la demanda de trabajo les exige y lo que les ofrece. Se les pide conocimientos técnicos y capacidades cognitivas, sociales y emocionales mucho mayores que los requeridos para el puesto, pero simultáneamente no se les ofrece protección social ni condiciones decentes”, explica el informe de la organización.

A finales de la década del 90 y comienzos de los 2000, vimos cómo las diferentes series televisivas, así como las diversas expresiones musicales retrataban y exponían las situaciones sociales y económicas del momento. Pero hoy, ¿en qué expresión artística, se ven representados los problemas y las realidades de lxs jóvenes?

La voz de lo invisibilizado

 “Me presento, el L-Gante
Activo pa’ toda la gente
Encaramo’ to’ pa’ delante
Y bien alto siempre la frente”
L-Gante, Malianteo 420

El 5 de abril del año 2000, seis meses antes del estreno de Okupas, nacía Elián Ángel Valenzuela, hoy conocido como L-Gante, cantante y compositor de música urbana. Hijo de madre soltera, su infancia transcurrió recorriendo el barrio en barra de amigos, “tirando piedras, haciendo y probando cualquiera”.

Llegando a la adolescencia con parte del sueldo que ganaba en una fábrica de plásticos, le compra a un desconocido una de las computadoras pertenecientes al Plan Conectar Igualdad y comienza a grabarse.

Luego de unos años, mientras buscaba una mejor calidad de sonido se contactó con el productor DT.Bilardo y sacó sus primeros hits con un éxito moderado, hasta que en octubre del 2020 con su tema L-Gante RKT junto a DJ Papu llega a los dos millones de reproducciones  en Youtube en menos de una semana, lo que superó todas sus expectativas y lo catapultó de manera meteórica al lugar de referente de un estilo músical único.

En una de sus entrevistas a Filo News (con más de cinco millones de reproducciones en Youtube),  L-Gante se presentó como alguien que cuenta su realidad como mejor lo sabe hacer: mediante la rima y la música. Pero, ¿Qué más nos está contando? ¿Qué implica que hoy sea uno de los cantantes del género más escuchado de la región entre lxs niñxs y adolescentes?

Según la socióloga Malvina Silba, especialista en juventudes, música y cultura popular de la Escuela IDAES de la UNSAM, el joven artista no solo canta la realidad económico social de parte de nuestra sociedad sino que también “puso en discusión qué pasaba con los cambios en la escena cultural cotidiana de las mujeres. Esos cambios implicaban empoderamiento en un montón de aspectos y sumisión en otros, pero la puesta en palabras de una sexualización más activa”, señala la investigadora.

Y agrega, “por un lado, hay una reivindicación de imágenes y de cuerpos políticamente incorrectos. Por otro lado, es una continuidad con lo que pasa en la escena del reggaeton, del trap y de la cumbia más pop, no solamente la villera, desde hace unos años”.

Según Silba, esto no va a cambiar las estructuras sociales con las que convivimos pero sí “nos va a permitir poner de relieve cuestiones muchas veces antes invisibilizadas y tensionar nuestra ilusión de cambio social con la Argentina realmente existente”.

L-Gante hoy ocupa el lugar que la serie Okupas supo habitar hace 21 años atrás. Pero con una diferencia: lo hace desde un lugar reivindicativo y activo mientras que la ficción solo exponía situaciones donde los personajes eran seres que en la amistad mutua encontraban una forma de resistencia pasiva ante la cruda realidad del momento.

Una muestra de esto es la canción que hace unos pocos meses atrás L-Gante realizó ante el pedido de una madre que decía que su hijo no podía aprender el abecedario, porque la virtualidad en el último tiempo había afectado su capacidad de concentración. Ante este pedido, el cantante filmó un video recitando el abecedario para el niño. El video también fue viral y puso en el centro de la escena el pensar nuevas formas de pedagogía en contextos adversos.

Recuerdo y presente, el lugar del arte en la sociedad

 “Un verdadero corta trucho’ nunca habla mal de su barrio
Me nombró la ex presidente, y aunque fuera innecesario
Yo demuestro mi respeto y respeto le falta a vario’
Eso no e’ flow de los ’90, puro invento de uno que sueña ser gangster”
L-Gante, Malianteo 420

Okupas y L-Gante comparten el hecho de que son el resultado de aquello que excluye la sociedad de los ámbitos de circulación privilegiada. También los dos casos funcionan como un llamado de atención a las clases dirigentes de su tiempo. Solo que en el caso de L-Gante la experiencia es otra: no solo muestra una realidad específica sino que actúa interviniendo aquella realidad que muestra.

Se trata, a fin de cuentas, de pensar y andar el presente junto con aquellxs que lo habitan para lograr no solo nuevos y más espacios de educación y producción, sino también de creación artística, que permita a lxs jóvenes empobrecidxs no solo expresarse con su propio lenguaje sino también salir de sus condición marginal.

Podemos analizar la serie Okupas en clave de estudio de la actualidad o detenernos en analizarla en su contexto;  pero también podemos prestar atención a lo nuevo. Ya que mientras muchos se enfrascan en revitalizar viejos análisis de viejas series, hay un país actual que se mueve y que actúa.

Un mundo joven y vivaz que nos invita a vernos reflejados en el flow actual y bailar al compás, antes de que sea demasiado tarde y solo podamos recordar.

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