¿Es posible una Argentina sin asado?

Con la llegada de las fiestas una actividad muy argentina se hace presente en los hogares: el asado. Las familias y lxs amigxs se reúnen para celebrar la navidad, despedir el año viejo y recibir el nuevo. Nunca falta el aplauso para el asador. Pero en los tiempos que corren las comidas veganas también comienzan a copar las mesas. ¿Es posible pensar una Argentina vegana? ¿Qué implicancias culturales y económicas tiene el consumo de carne en nuestro país?

*Por Julia Lastra, Licenciada en Comunicación Social.
*Ilustración: Florencia Sanz para Alta Trama.

En Argentina la cría de ganado es anterior incluso a la conformación del Estado-nación, se estima que las primeras vacas llegaron a nuestro territorio en 1556 y para el siglo XVIII ya habría 40 millones de cabezas de ganado. 

¿Y cuándo surge el asado como momento de sociabilidad? Ni más ni menos que con los gauchos, quienes frenaban su labor al mediodía, armaban una fogata, ponían unos pedazos de carne en ella y luego se los comían.  Desde estas épocas que el asado aparece asociado a las clases populares. 

Esta asociación y el consumo de carne que aparece en la cotidianeidad argentina se puede ver en varios aspectos. Por ejemplo en el primer cuento argentino: El Matadero de Esteban Echeverría publicado en 1871. El mismo es una crítica al gobierno de Juan Manuel de Rosas vinculado a las clases populares -dentro de las cuales está la figura del gaucho- tiene como escenario un matadero, la desesperación de la gente por la carne luego de días de ayuno y la “barbaridad” de quienes se consideraban federales que terminan atacando a un joven unitario. 

También se puede ver en el apodo de un club de fútbol de primera y con una gran hinchada popular: Gimnasia y Esgrima de La Plata. El club se fundó en 1887 y convocó a los sectores más populares de la ciudad entre quienes se encontraban los vecinos del barrio “El Mondongo”, trabajadores de los frigoríficos Swift y Armour de Berisso. De allí surge el apodo “tripero” haciendo referencia a la profesión que desempeñaban la gran mayoría de los hinchas y jugadores del club. 

Pero a diferencia de lo que se puede creer actualmente en nuestro país lo que más se consume es la milanesa y no el asado. El invento italiano llegó junto con los inmigrantes que también formaban parte de las clases populares que venían del viejo continente.

El folclore que se crea alrededor del ritual del asado es típico de la idiosincrasia argentina. Para celebrar, para recibir o despedir a alguien se hace un asado. Las parrillas copan las casas, las canchas, las marchas. ¿Es posible pensar una Argentina que no consuma carne? ¿Cuál es la importancia en nuestro país de la industria de la carne?

La carne pisa fuerte en la economía argentina

Según la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina, el 24% del Producto Bruto Interno (PBI) argentino proviene del campo. “La cadena agroindustrial genera uno de cada cuatro pesos de las actividad económica entre todos sus eslabones productivos. Son unos 77.200 millones de dólares”, sostiene la FADA en un informe de este año. 

Dentro de este porcentaje, la ganadería ocupa el 9,7 % y  la pesca el 1, 6 % pero como sabemos la cadena agroindustrial no implica solo la producción primaria, entonces también la industria de la carne está presente por ejemplo en alimentos y bebidas (22%) y en transporte y logística (4,6%). Por otro lado, según el mismo informe 7 de cada 10 dólares de exportación proviene de dicho sector, esto implica el 72% de las exportaciones argentinas. 

Por otra parte, en octubre de este año en un informe el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y el INTA estimaron que el stock bovino este año alcanzaría los 53,5 millones de animales. 

Además de esto, la industria de la carne en la economía argentina también influye desde las fuentes de trabajo que ésta genera en todas las etapas: la cría, el engorde, el frigorífico, la carnicería, el transporte. Asimismo, la industria  lechera y del huevo también. 

Es una industria poderosa y de gran peso, y quienes forman parte de ella la defienden. Incluso hace varias décadas atacar los intereses de dicho sector le costó la vida a un senador en plena sesión. En 1935 durante un debate en la sesión de Senadores, el senador Enzo Bordabehere fue asesinado de tres tiros por el guardaespaldas del Ministro de Agricultura. 

Bordabehere formaba parte del espacio del senador Lisandro de la Torre quien denunciaba negociados entre el gobierno nacional y los frigoríficos extranjeros a través del pacto Roca-Runciman firmado en 1933. Recordemos que dicho acuerdo implicaba que el Reino Unido le compraría carnes a la Argentina siempre y cuando sus precios fueran menores al de los demás proveedores, Argentina se comprometía a no habilitar frigoríficos de capitales nacionales (que pudiesen competir con los ingleses), entre otras cosas poco beneficiosas para nuestro país.

Un poco más cercano en tiempo y por suerte, un poco más alejado en el nivel de violencia (no hubo muertos) en 2019 en la Exposición Rural un grupo de veganxs irrumpió el concurso de la doma de caballos para denunciar a la industria y fueron abucheados, escupidos, corridos y golpeados. La historia se visibilizó en las redes sociales como veganos vs. gauchos y generó polémica.

La industria de la crueldad y la contaminación

No todo es color de rosa en la industria de la carne sino más bien rojo sangre. Los seres humanos ejercemos una violencia terrible sobre los animales: destruimos sus hábitats, los encerramos en jaulas en las que están hacinados, los mutilamos, los llenamos de hormonas y medicamentos para nuestro “beneficio”.

En la industria del pate gras por ejemplo se alimenta a la fuerza a los patos mediante un tubo metálico que les introduce por el esófago hasta el estómago, esto por supuesto les causa un sufrimiento extremo.

En el caso de los cerdos de la industria porcina que nacen débiles y no tienen mucha esperanza de sobrevivir son tirados a la basura donde morirán sofocados o aplastados con mazas. Lo mismo ocurre con los pollitos machos que no sirven para poner huevos o ser consumidos como carne. 

Estos son algunos de los ejemplos de la crueldad que se lleva a cabo en estas industrias. Pero no son el único componente que lleva a muchas personas a dejar de consumir sus productos y a militar por formas de producir alimentos más sustentables y amigables con el medio ambiente y los animales. 

La ganadería es una industria muy contaminante. Según la ONU Medio Ambiente esta actividad es una de las principales fuentes de emisión de metano, un gas efecto invernadero, esto se debe a la descomposición de materia orgánica. Para hacernos una idea, si las vacas formaran un país, sería el tercero en emisiones de gases de efecto invernadero. 

Por otro lado, la deforestación que se está llevando a cabo para plantaciones de soja y pastizales para alimentar ganado está destruyendo la biodiversidad de nuestro planeta. Sólo hace falta prender la televisión y ver una noticia de incendios incontrolables para observar las consecuencias. Asimismo, para producir una hamburguesa de ternera de un cuarto de libra se consumen alrededor de 1695 litros de agua, dependiendo del lugar dónde se fabrique. 

La industria también es generadora de enfermedades y posibles pandemias. Como explica la periodista  especializada en alimentación e industria alimentaria, Soledad Barruti,  “las pestes no son una novedad, pero se están precipitando: en los últimos 30 años surgieron 200 enfermedades infecciosas zoonóticas”.

Alimentación a base de plantas ¿es posible en Argentina?

Entre 2019 y 2020 aumentó un 3% el porcentaje de argentinos y argentinas que son vegetarianxs o veganxs, siendo entonces el 12% de los mayores de 18 años según una encuesta del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires. 

El vegetarianismo se refiere exclusivamente a la alimentación y el veganismo es más un estilo de vida: no solo no se consume carne (de ningún tipo) sino que nada que sea de origen animal lo que incluye huevos, lácteos, miel, lana, cueros ni productos que sean fabricados con ingredientes animales o hayan sido testeados en ellos. 

Más allá de la gente que se define como vegana o vegetariana el consumo de carne en nuestro país viene en baja ¿es por decisión o por el contexto de pobreza e inflación? Durante contextos de crisis como lo fueron  el 2001 y 2002 el consumo de lácteos y carnes bajaron teniendo los picos de menor consumo durante 2003 y 2002 respectivamente. 

Luego se dieron picos de consumo durante el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (entre 2007 y 2009) periodo en el cuál Argentina tenía de los salarios mínimos más altos de Latinoamérica. Desde entonces hay un descenso del consumo de carne vacuna y un aumento del consumo de carne aviar y porcina. 

Entonces si bien podemos decir que hay una correlación entre la crisis económica y la baja del consumo de carne también es cierto que durante los últimos años muchas personas han tomado consciencia sobre las implicancias que trae esta industria en el medio ambiente y lo cruel que es con los animales. Muchas personas sin llegar a convertirse en veganxs han bajado el consumo de productos de origen animal, incluso tienen una categoría propia: flexitarianos, quienes llevan adelante una dieta mayoritariamente vegetariana y consumen carne de forma ocasional y social. 

Hoy en día hay mucho más acceso a productos veganos que hace 15 años atrás. La oferta y la demanda de estos productos ha avanzado: hay locales de comida exclusivamente veganos o con opciones veganas, lo mismo ocurre en las dietéticas y algunos productos incluso han llegado a las góndolas de las grandes cadenas de supermercados. Asimismo, gracias a internet hay más acceso a información. 

De todas maneras no todxs tienen acceso a internet, a la información y a los productos veganos y eso es algo que tenemos que tener en cuenta. El acceso y la información no es la misma para una persona de clase media de la Ciudad de Buenos Aires que para una persona de bajos recursos de un pequeño pueblo en la Patagonia. Hay gente en nuestro país que literalmente come lo que puede y cuando puede y eso es algo que no puede pasar desapercibido si queremos construir un mundo más justo para todos los seres que habitan nuestro planeta. Lo mismo ocurre con las fuentes de trabajo. 

Entonces si queremos que el veganismo y formas de producción más sustentables y amigables con el medio ambiente y los animales crezcan en Argentina no podemos tener una mirada individual sobre la cuestión, los cambios deben ser colectivos y a nivel macro: educativo, laboral, económico, político, cultural y de acceso a la información. 

Sin embargo, tampoco la solución es refugiarse detrás de las personas que aún no cuentan con toda esta información, para no cambiar nuestros propios hábitos. ¿Falta mucho para lograr llevar toda esta información a cada rincón del país? Sí. Pero esto no puede cegarnos de los hábitos que tenemos quienes vivimos en ciudades con acceso a la información, con las ofertas pertinentes y los recursos para poder cambiar nuestros consumos. ¿Falta mucho para pensar en una Argentina sin asado? Puede ser. ¿Tengo que esperar a que toda la Argentina cambie para yo también hacerlo? No sé. Pensalo.

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