Aunque ella aún no lo sabía, algo muy grande estaba por iniciar cuando una adolescente de 15 años llamada Greta decidió, en lugar de entrar a la escuela, permanecer en la vereda junto a un cartel que expresaba: “Huelga escolar por el clima”. Luego de recorrer la historia del auge actual del movimiento climático a nivel mundial y local, es clave entender las diferencias que dividen a las dos grandes posturas sobre el tema: el desarrollismo y el ambientalismo. ¿Qué postulan? ¿Existe una tercera posición? Mientras la lucha por el cuidado del medio ambiente se encuentra representada -al menos en el imaginario- por jóvenes, el desarrollismo o industrialismo lo es por adultxs. ¿Es posible tender puentes intergeneracionales cuando la crisis climática nos confirma que, en materia ambiental, el futuro llegó hace rato?
*Por Isaías Creig, Licenciado en Ciencias Políticas (UBA).
*Ilustración de Agostina Rossini para Alta Trama.
La juventud siempre dijo presente en cada uno de los grandes procesos revolucionarios de la historia occidental. Desde el Mayo Francés hasta las recientes levantadas estudiantiles en Chile, pasando por las agrupaciones militantes que se enfrentaron a las dictaduras latinoamericanas. Lxs jóvenes han aportado su combustible para generar grandes cambios sociopolíticos, y hoy el escenario que lxs tiene como protagonistas es la lucha por el cuidado del medio ambiente.
“Juventud, divino tesoro”
Aunque ella aún no lo sabía, algo muy grande estaba por iniciar un 20 de agosto de 2018 cuando una adolescente de 15 años llamada Greta decidió, en lugar de entrar a la escuela, permanecer en la vereda junto a un cartel que expresaba: “Huelga escolar por el clima”.
Desde ese día hasta el 9 de septiembre, fecha en la que se celebraron las elecciones en Suecia luego de una ola de calor e incendios forestales, Greta Thunberg repitió el acto cada mañana. Esa fue su forma de protesta y demanda para que el gobierno sueco redujera las emisiones de carbono de acuerdo a lo establecido en el Acuerdo de París.
Sin embargo, cuando las elecciones pasaron Greta no desistió: siguió protestando todos los viernes hasta que fue noticia internacional e inspiró a otrxs jóvenes de partes del mundo disímiles. Fue así como en diciembre de ese año más de veinte mil jóvenes se manifestaron en 270 ciudades de diversos países, entre ellos: Alemania, Andorra, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Italia, Japón, México, Países Bajos, Reino Unido, Suiza, Uruguay y Argentina.
Desde entonces se realizaron diferentes huelgas mundiales por el clima. Las más convocantes fueron las que se gestaron el 20 y 27 de septiembre de 2019, cuando se celebró la Cumbre sobre la Acción Climática de la ONU. Según algunas estimaciones en aquellas movilizaciones participaron alrededor de 6 millones de personas –se trata de una de las manifestaciones más grandes de la historia-.
En el marco de estas movilizaciones el movimiento “Viernes por el futuro” (en inglés: Fridays for Future o FFF), nacido en diciembre de 2018, creció exponencialmente y comenzó a enmarcar a muchas otras organizaciones juveniles en todo el planeta. Tal es el caso de Jóvenes por el Clima, en nuestro país.
Jóvenes por el Clima
Jóvenes por el Clima, el movimiento social y político encabezado por la juventud argentina -como ellxs se definen-, surge como expresión local del movimiento Friday for Future en 2019 y como una forma de tomar posición desde estas latitudes frente a la crisis climática.
“El foco estaba siempre en Europa y en Argentina no se escuchaba hablar del tema; y eso, a nosotrxs que venimos de diferentes espacios de luchas sociales, nos empezó a indignar un poco. Entonces nos pusimos a investigar y dos compañerxs tomaron la iniciativa de organizar la primera movilización para el mismo día que también estaba prevista la primera movilización internacional de la juventud por la crisis climática. A partir de esa fecha se fundó JOCA*”, contó Nicole Becker, integrante de la organización, en una entrevista con Página 12.
En aquella primera movilización local se sumaron cerca de cinco mil personas, algo impensado para los propios organizadorxs. Sin embargo su análisis se centró en observar qué sectores de la sociedad habían asistido y pudieron determinar que la mayoría provenía de clases medias, medias altas, lo que les llevó a plantear como objetivo profundizar el movimiento ambientalista y expandirlo localmente con la juventud como eje y anclaje político. En otras palabras: centrarse en las propias problemáticas del país, despegarse del componente europeo y a su vez constituirse como un movimiento de presión mundial.
Por ejemplo: mientras que en los países centrales se demanda la reducción de la emisión de carbono, a nivel local Jóvenes por el Clima, organizaciones ambientalistas regionales y periodistas e investigadorxs independientes, adoptan una forma de reclamo de acuerdo a las necesidades nacionales: alto a la megaminería a cielo abierto, a la pesca ilegal y al uso de agroquímicos -que se encuentran prohibidos en la Unión Europea-; todas actividades que afectan directamente a la salud y a la contaminación ambiental en nuestro país.
*JOCA es un movimiento cuya base ideológica sostiene que hay desigualdades sociales que tienen su origen en problemáticas ambientales y que éstas problemáticas profundizan aún más aquellas desigualdades.
“La lucha ambiental es transversal a todas las desigualdades”, dijo Monse Tolaba, integrante de la organización. Y es por esto que Jóvenes por el Clima reivindica las expresiones locales como la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores, las familias de agricultores o aquellos movimientos provinciales que luchan contra el extractivismo.
Desarrollismo versus Ambientalismo
Se podría decir que existe dentro del debate por el cuidado del medio ambiente, dos posturas argumentales bien diferenciadas entre desarrollistas y ambientalistas.
Desde las posturas desarrollistas se critica que los ambientalistas tienen una mirada prohibicionista, mientras que desde la vereda opuesta se les critica a los desarrollistas que subestiman el cuidado del medio ambiente.
Es decir, desde el desarrollismo se postula que hay que reducir la pobreza y para esto hay que generar más empleos con mejores salarios; esto se logra (al menos en nuestro país) produciendo y exportando más. Con los lentes desarrollistas se puede decir entonces que la mejora en las condiciones de vida de las mayorías se dieron siempre produciendo más.
En Argentina la importancia de las exportaciones es fundamental, ya que de ahí provienen los dólares para impulsar la industria y el aumento de salarios, entre otras cosas. Esto conlleva altos impactos ambientales porque las actividades que abonan la producción nacional se corresponden principalmente con la agroindustria, los hidrocarburos y la minería.
Es por esto que desde el ambientalismo responden que esto colisiona contra el cuidado del medioambiente, o en otras palabras, contra el cuidado del medio que permite la existencia humana en condiciones salubres o insalubres (dependiendo de la acción humana al respecto).
Ambas posturas sostienen sus argumentos basados en dos problemáticas urgentes: justicia social y bienestar de la mayor cantidad de la población por un lado, versus la supervivencia del planeta tierra como el espacio en el que es posible la vida, por el otro.
Lo cierto es que una cosa no puede darse sin la otra y por ende la tensión se profundiza, sobre todo cuando agrupaciones ambientales internacionales son financiadas por fondos privados que utilizan este tipo de “pantallas ambientales” para facilitar la instalación de empresas afines a sus intereses (aquí un documental que refleja de manera clara esta situación).
“Va a ser tan lindo hacer un puente”
Este debate podría saldarse tendiendo puentes intergeneracionales desde el Estado y sus instituciones -ya que mientras la lucha por el cuidado del medio ambiente se encuentra representada, al menos en el imaginario, por jóvenes, el desarrollismo o industrialismo lo es por adultxs-.
Esto significa no solo innovar en tecnología y ciencia para ir cambiando paulatinamente hacia formas de producción sustentables, sino también potenciar instituciones estatales que incluyan la mirada de los movimientos como Jóvenes por el Clima en la toma de decisiones versadas en estos temas, pero con una fuerte consideración de la importancia del desarrollo productivo para el crecimiento y la soberanía del país.
En un país donde la Cámara de Diputados tiene en su composición solo un 7 % de jóvenes menores de 35, y la Cámara de Senadores ninguno, es necesario replantearse si las disposiciones legales para acceder a cargos de poder siguen vigentes o si la representación política se quedó en el tiempo. Es necesario preguntarse entonces si esto tendrá algo que ver con que los grandes cambios muchas veces provienen desde afuera de los centros de decisiones.
Es prioritario imaginar una política en la que los grupos de jóvenes no sean solo pilares de presión social para que lxs representantes tomen medidas acordes a la realidad que afecta lo inmediato y el futuro, sino también que se encuentren dentro, siendo parte del sistema que tiene las herramientas para el cambio que demandan.
El concepto acuñado por Peter Evans de capacidades estatales alude a la necesidad de que los Estados sean autónomos de los lobbies de los distintos actores sociales y a su vez que cuente con cuadros técnicos que sepan, conozcan y administren las potencialidades y limitaciones del entramado productivo, para poder diseñar las políticas públicas adecuadas.
Creo importante agregar que no solo necesitamos cuadros técnicos, sino también miradas jóvenes y comprometidas con su tiempo. No todo pasa por el conocimiento versado en temas específicos, sino también por la sensibilidad sociopolítica que se tiene para un contexto determinado.
“El futuro llegó hace rato”
Sabemos que el futuro en cuanto a materia ambiental no esta lejos, según un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU si no se bajan las emisiones de carbono para el 2050 los efectos nocivos sobre el planeta tierra serán irreversibles. Desde la revolución industrial la temperatura aumentó 1,1 grados. Por eso los diferentes estudios sostienen la importancia de no superar los 1,5 grados.
“Para poder realmente entender la gravedad de esto hay que pensarlo como si fuera una fiebre: tener 38 o 39 grados no es lo mismo, porque el cuerpo afectado empieza a generar diferentes respuestas como mecanismo. Las proyecciones del IPCC dicen que si seguimos produciendo y consumiendo de esta forma vamos a llegar a los cuatro grados antes de fin de siglo, lo que se traduce en catástrofes naturales muy fuertes como olas de calor, sequías, incendios, subidas del nivel del mar, entre otras”, explicó Nicole Becker.
En este sentido, recientemente un tribunal de Holanda ordenó que Shell recorte sus emisiones al 50 % antes de 2030. Esta medida nos da un aviso del mundo que se viene en cuanto a nuevos estándares mundiales ambientales.
Es decir, más allá de que Argentina ocupe el puesto 32 en cuanto a emisión de carbono, hay que pensar en una transición hacia otras formas de explotación de los recursos naturales porque si no incorporamos la sustentabilidad ambiental estaremos sujetos a perder inversiones y de esta forma a tener problemas de sustentabilidad macroeconómica.
El cambio climático es un hecho, los jóvenes de hoy lo saben y lo entienden. También tienen propuestas para hacer, solo se necesita -nada más y nada menos- que voluntad política para llevar a cabo políticas públicas de desarrollo productivo sostenible.
El compromiso de lxs jóvenes en esta causa se multiplica día a tras día, al igual que su organización. La energía con la que luchan es el combustible que toda sociedad necesita para transformarse y por sobre todas las cosas: seguir existiendo.
Esta nota se publicó en el marco de La Noche de las Ideas 2022:
Otras notas en el marco de La Noche de las Ideas 2022:
Los comentarios están cerrados.