A los hijos del 2001, a los padres y madres que nos volvieron a parir

A 20 años del estallido, la historia de la crisis a través de la mirada de una niña de 9 años. Mientras De La Rúa y Cavallo consumaban la miseria con una represión sangrienta, su mundo se transformaba por la migración obligada. Una invitación a leer la crónica de una niña que a dos décadas del “Que se vayan todos”, aprendió a jugar en el fondo del mar.

*Por Josefina Mazzoleni, Licenciada en Comunicación Social.
*Ilustración: Florencia Sanz para Alta Trama.

“Finalmente a las 19.52 [del 20 de diciembre de 2001], tras presentar su renuncia, Fernando De la Rúa huía en el helicóptero presidencial, dejando tras de sí una Plaza de Mayo en llamas, 30 muertos, y a un país mucho más pobre e injusto que cuando asumió la presidencia”, Felipe Pigna.

Todavía el verano no llega y en la vereda ya se siente el calor. El asfalto a la hora de la siesta debe ser la superficie más caliente que conozco. Quedan los últimos días del colegio y en enero seguramente iremos a visitar a mis abuelos.

Llueve mucho últimamente. El dueño de un campo salió en la tele hablando sobre las inundaciones y el peligro para el pueblo. Con mi hermana subimos el volumen cada vez que nombran al pueblo, no pasa seguido. Hace unos días vino a visitarnos un amigo de papá de Buenos Aires. En nuestra casa hay bolsas de arena en las puertas para evitar que entre el agua. 

7 de noviembre de 2001, Página 12: Las aguas entraron ayer en América, cabecera del partido de Rivadavia, donde anoche había 700 evacuados mientras hombres, mujeres y niños desesperadamente llenaban bolsas con tierra y piedras para defender sus casas. La inundación también amenazaba a las localidades de Chascomús, Monte, General Paz, Pehuajó, General Viamonte, Puán, y llegó a un barrio de Junín por una brecha abierta intencionalmente. El vicegobernador Felipe Solá anunció un subsidio en patacones y prometió obras para San Miguel del Monte y Chascomús.

Papá no sale mucho de casa. Hace un tiempo que solo va a la veterinaria y vuelve a comer y a dormir. Mamá le dice que tiene que hacer algo, hablar con alguien. Después siguen hablando de  campos inundados, crisis y deudas, están viendo cómo pagar. Quizá alguien nos pueda ayudar. Mamá, en cambio, cada vez está menos porque hay muchas suplencias en el jardín y tiene que trabajar. Mi hermana construyó una casita de muñecas más alta que yo en su taller de madera. Es el juguete más grande que tuve hasta ahora. Las bolsas de arena siguen en las puertas.

9 de noviembre de 2001, Clarín: El negocio del día es cruzar en tractor a los autos que se animan a pasar por la ruta 70 o la 33 hacia General Pico o hacia Villegas: las tarifas varían entre 5 y 15 pesos. «Los campos están perdidos, pero tenemos que salvar a la gente cueste lo que cueste».

Hoy salimos de la escuela y mi mamá nos llevó a la veterinaria. Tiene que hablar con papá porque parece que su amigo le ofrece un trabajo en Buenos Aires. En la vereda dibujamos una rayuela con tizas blancas y jugamos con mi hermana mientras ellos hablan. Papá está contento porque va a trabajar en una veterinaria de la capital, mamá nos dice que probablemente todo sea bastante rápido, él tendrá que irse primero para conocer el lugar y esperarnos allá.

27 de noviembre de 2001, Página 12: Durante octubre, las ventas registradas alcanzaron a los 1068 millones, un 0,3 por ciento por encima de septiembre. Pero no hay demasiado motivo para celebrar, si se lo coteja con los datos del décimo mes de 2000: la caída es del 10,3 por ciento en facturación y del 8,6 por ciento en unidades físicas. La conjugación de estos datos es reveladora. No es que la recaudación retroceda producto de la deflación de precios. Es que, aunque las cosas sean más baratas, se venden menos.

Brindemos que hoy es siempre todavía

Papá se fue a Buenos Aires. Hoy le conté a mis amigas que nos mudamos a un lugar que no conozco pero que estoy segura de que una se puede cruzar famosos caminando en la calle. Mis amigas no lo pueden creer. Yo estoy contenta porque a mi papá se lo escucha bien en el teléfono y nos está esperando. Faltan pocos días. Voy a arrancar cuarto grado en una escuela primaria de Buenos Aires.

1 de diciembre de 2001, Página 12: Después de un día en que los depositantes asaltaron los cajeros y sucursales, el Gobierno lanzará medidas que impidan que el dinero sea retirado de los bancos. Los titulares de cualquier tipo de depósitos sólo podrán sacar en efectivo mil pesos por mes. Podrán disponer del resto con cheques o tarjetas. También se dolarizan los plazos fijos y en adelante se otorgarán los créditos en dólares.

Mamá se encargó de embalar nuestras cosas. Se la ve entusiasmada. Dice que puede pedir el pase de maestra allá. Ella tiene brazos fuertes, siempre carga bolsos, mochilas, nos lleva en bici a donde sea. Casi sola guardó todo en cajas y preparó los muebles. La casa me parece gigante así sin nada. Solo falta embalar la casita de muñecas, que ya llevamos al living para que cuando venga el camión de mudanza a buscarla la suba primero y no se estropee en el viaje. 

En la tele últimamente solo aparecen imágenes y videos de enfrentamientos en Buenos Aires. Nunca había visto policías arriba de caballos…mamá sube el volumen y quiere escuchar porque viajamos en unos días. Le preocupa que no podamos llegar, que pase algo malo y no podamos encontrarnos con papá para pasar las fiestas juntos como habíamos planeado. 

21 de diciembre de 2001, Página 12: Comida, muebles, pero también discos y videos. Los saqueos que llegaron ayer al centro porteño fueron el capítulo siguiente a los gases policiales y las barricadas. El paisaje de Buenos Aires se tiñó de humo negro, sirenas y disparos. Jóvenes que combatieron con la policía hasta el cansancio, una multitud que resistió en medio del gas y otra, que marchó en silencio en busca de un medio de transporte para volver a su casa.

Nos bajamos del Renault 19 y mamá saca las cosas de la guantera. Hay que dejarlo acá, nos dice. Es una forma de pagar lo que debemos. Mi abuelo nos compró los pasajes de colectivo. Hace casi un mes que no vemos a papá. Nos está esperando.

Dejamos el perro, el auto, la casa, la veterinaria, la escuela. Nos vamos a pasar las fiestas a Buenos Aires. Antes de irnos, mamá nos pide que pongamos las cosas de valor arriba de la mesa. Ruega que no llueva durante esos días. Las bolsas de arena van a quedarse junto a las puertas.

20 de diciembre de 2001, Clarín: Ya suman 14,2 millones, distribuidos en los centros urbanos de todo el país. El incremento de la pobreza fue consecuencia de la suba de la desocupación y de la caída en los ingresos. El ejército de pobres creció a razón de 8.260 personas por día.

Cruzamos la provincia durante toda la noche, apenas se haga de día llegamos a Buenos Aires. Estoy ansiosa por conocer el lugar donde vamos a vivir, donde papá vivió este tiempo sin nosotras. Por fin llegamos a una estación del conurbano bonaerense, no tengo idea de mapas ni rutas pero me encanta. Hay muchos árboles, autos,  negocios y las calles son más angostas que en el pueblo. Papá nos recibe en el garaje de la casa de un amigo que tampoco conocemos. Mi papá es muy alto, mucho más que la casa de muñecas. Nos abraza tan fuerte que nos devuelve la tranquilidad que necesitamos después del largo viaje.

Pasadas las fiestas volvemos al pueblo, las tres juntas, contentas. Papá se queda trabajando en Buenos Aires y se piensa instalar en la casa nueva. Festejamos el cumple número once de mi hermana con las cosas embaladas alrededor y una torta que hizo mi mamá. Pide deseos que intento adivinar mientras aplaudo. En unos días viene el camión de la mudanza a buscar los muebles. Una amiga de mamá nos compró los pasajes, falta poco para estar los cuatro juntos de nuevo.

Que nunca me gustaron las despedidas

Por fin llegamos a Buenos Aires. Ya no tenemos que volver, las cosas están acá con nosotros. Nos instalamos en una casa con patio. La casa de muñecas se ve impecable en nuestra nueva habitación. En estos días traen a mi perro. Papá dice que por ahí al principio le cuesta pero que se va a acostumbrar. No tenemos auto, pero por suerte mamá trajo la bici, esa que nos lleva a donde sea.

25 de febrero de 2002, Página 12: Entre los años 2000 y 2001 se fueron del país unas 140 mil personas. El proceso se aceleró en diciembre y, sobre todo, enero: los que se fueron en este mes sumaron 23.000. Los especialistas en migraciones advierten que existe un “efecto contagio” potenciado por los medios. En dos años podría duplicarse el número de argentinos en el exterior.

A los hijos e hijas del estallido de 2001, a los padres y madres que nos volvieron a parir.

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